“Por tanto, alentaos los unos a otros
con estas palabras” v.18
Los cristianos en Tesalónica estaban preocupados pensando que sus seres queridos que habían fallecido antes de la segunda venida de Cristo se perderían ese gran suceso. Pablo los consoló y animó diciéndoles que ellos estaban mejor que nosotros y que serán parte de esos eventos escatológicos. Ellos están en la eternidad. Ya calificaron, no son tentados, ni experimentan tristezas, ni dolor y participarán de los eventos de la segunda venida oportunidad cuando resucitarán con un cuerpo glorificado.
Pero, en el mientras tanto, ¿Dónde están? No conocemos el lugar geográfico, no sabemos en qué lugar del universo está el cielo, pero sabemos por las Escrituras que los salvos disfrutan de un lugar maravilloso en la presencia del Salvador. Esto es lo más importante y que nos debe llenar de esperanza pues un día nos reuniremos con ellos.
El relato que hizo Jesús sobre el rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), nos enseña que toda persona que muere entra en la eternidad sin un cuerpo físico, pero como un ser con conciencia, personalidad y recuerdos. Que los que rechazan al Salvador irán a un lugar de tormento, mientras que los redimidos disfrutarán de una existencia gozosa descansando de sus responsabilidades terrenales y libres de todo mal.
No podemos indicar el lugar, pero sí el estado y las expectativas que ellos tienen. Conocer estas verdades nos consuela y llena de gratitud mitigando el dolor natural que nos produce su ausencia. Para ir al cielo, debemos recibir a Cristo como Salvador de nuestras vidas. ¡Tome su decisión ahora!