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Aferrarse a la esperanza - 1 Samuel 1:1-18

Estudio Biblico

Aferrarse a la esperanza es difícil cuando las circunstancias son lúgubres y no muestran señal de mejoría. Esto puede ser desalentador cuando sabemos que nuestro Dios Todopoderoso podría remediar la situación y concedernos nuestros sueños, pero no lo ha hecho.

Quizás así se sentía Ana. Tenía el corazón destrozado porque el Señor “no le había concedido tener hijos” (1 S 1.5). Esto, por sí solo, era motivo de gran oprobio para una mujer hebrea de aquella época. Pero Ana sufría aún más por la provocación intencional de la otra esposa de su esposo, que había sido bendecida con hijos.

Pero Ana era una mujer de gran fe, incluso en medio de su frustración y su dolor. Nunca perdió la fe en Dios, sino que dejó que su dolor la condujera a Él. En su desesperación, derramó su corazón ante el Señor y le prometió que si Él hacía realidad su deseo de tener un hijo, ella se lo entregaría.

El ejemplo de fe de Ana es un estímulo para poner nuestras esperanzas delante de Dios, el único que puede concedernos nuestros deseos o alinearlos con su voluntad. Entonces, al reconocer que todo lo que tenemos es suyo, estemos dispuestos a devolver al Padre celestial todo lo que Él nos dé.

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PASAJE BIBLICO

1 Samuel 1
1:1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

1:2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

1:3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.

1:4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.

1:5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

1:6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.

1:7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

1:8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

1:9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,

1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

1:11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

1:12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.

1:13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.

1:14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

1:15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.

1:16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

1:17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.

1:18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

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