La popularidad de las redes sociales revela nuestro deseo de conectarnos con otros; sin embargo, muchas personas siguen sintiéndose solas. De hecho, incluso en el hogar, el trabajo o la iglesia, las personas a veces se sienten rodeadas por extraños. Qué tan bien nos conozcan, en parte, es nuestra responsabilidad. En vez de construir un muro de protección, debemos abrirnos y dejar que otros entren en nuestra vida.
La caída de Adán y Eva suele traer a la mente la desconexión que creó el pecado entre Dios y la humanidad, pero también afectó todas las relaciones humanas desde entonces. Como resultado, el temor y el orgullo amenazan con esclavizarnos debido al aislamiento y a la autoprotección.
Pablo instó a los corintios a ser abiertos con él como él lo había sido con ellos. Pero debido a que pensaban que había sido muy duro con ellos en el pasado, la congregación había levantado muros de desconfianza y animosidad, que estaban obstaculizando el ministerio del apóstol y el avance de la Iglesia.
Los muros en una relación pueden ser difíciles de reconocer, pero a veces el tratar de protegernos se demuestra con resentimiento, desconfianza y murmuraciones. Pídale a Dios que le muestre las maneras en las que usted puede estar dejando fuera a alguien. Él le ayudará a derribar los obstáculos en su relación con Él y con los demás.