El versículo de hoy en Romanos 15, es la descripción breve que da Pablo en cuanto a cómo Dios puede transformar los corazones y las actitudes cuando las personas confían en Jesucristo como Señor y Salvador. En vez de estar llenos de miedo, ansiedad, frustración y estrés, ahora, fortalecidos por el Espíritu Santo, pueden caracterizarse por tener esperanza, gozo y paz.
Sin embargo, a menudo, las emociones antiguas regresan cuando las circunstancias se ponen difíciles. Vagamos abrumados por las preocupaciones, a pesar de que Cristo dice que su yugo es fácil y ligera su carga (Mt 11.30). A medida que los pensamientos de ansiedad y la desesperanza se apoderan de nosotros, no solo sufrimos, sino que también dejamos de ser luz del mundo porque Cristo ya no se refleja en nuestra vida. En la superficie, de hecho, parecemos tan presionados, estresados y temerosos como quienes no tienen a Cristo.
Aunque no nos regocijamos en las adversidades, podemos encontrar esperanza, alegría y paz al saber que nuestras dificultades no son en vano. Dios puede estar refinando nuestro carácter y quitando de nosotros aquello que no refleja a Cristo. Si nos sometemos a cualquier camino que el Señor haya elegido para nosotros, su Espíritu nos guiará y de una manera lenta pero segura producirá su fruto.