Estudio Biblico
NAVIDAD
La esperanza que Jesús vino a darnos
Por: Federico Suarez
Hace unas semanas el rutinario paisaje de mi barrio cambió. Los vecinos que muy de vez en cuando veía los empecé a saludar más de seguido gracias en gran parte a que frecuentemente han estado colocando sus adornos navideños en sus puertas, ventanas y balcones.
El característico verde navideño le dio mayor belleza a mi vecindario el cual brilla también con los alumbrados. Hace unas semanas las luces de la ciudad se encendieron dando mayor belleza a la ciudad, y por toda nuestra Colombia también se hizo sonar la pólvora, la cual hace ruido diciendo que algo se está celebrando, pero, ese ruido es precisamente la mayor expresión que dice que no se tiene claro el significado de esta celebración.
Todos tenemos una relación con la navidad, todos celebramos con alegría su llegada; una belleza más que decorativa nos inunda, se trata de la venida del encuentro, de la unión y del festejo y no menos importante todos los beneficios económicos de las prestaciones sociales y el movimiento comercial que llega.
Pero, aunque todos mantenemos una relación con la navidad no necesariamente la tenemos con el que nació en esa época especial. Nuestras expectativas contrastan bastante con las personas que lo esperaban en los tiempos bíblicos, como es el caso de Simeón, quién esperaba la consolación de Israel, a él le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.
Sigue diciendo Lucas en su evangelio, que cuando José y María trajeron al niño Jesús recién nacido al templo, Simeón vino siendo movido por el Espíritu Santo y que tomó al niño en sus brazos; es muy lindo leer lo que dijo cuando lo tuvo junto así:
“ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria a tu pueblo Israel” Lc 2:29-32.
Simeón esperaba de manera anhelante poder ver al salvador, para él además de salvador era la luz para los hombres y mujeres no judíos y gloria a su pueblo.
Creo que cuando hablamos del espíritu de la navidad, el de Simeón es un gran ejemplo. Que podamos seguir este espíritu navideño: Tener una relación con el protagonista de la navidad abrazando la esperanza que Jesús vino a darnos.
2:22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor
2:23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor),
2:24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.
2:25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
2:26 Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.
2:27 Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley,
2:28 él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
2:29 Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra;
2:30 Porque han visto mis ojos tu salvación,
2:31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
2:32 Luz para revelación a los gentiles,Y gloria de tu pueblo Israel.
2:33 Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él.
2:34 Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha
2:35 (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
2:36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad,
2:37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.
2:38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.