El Espíritu Santo siempre ha guiado y continuará guiando a los creyentes para conocer la voluntad de Dios.
Uno de los ministerios más prácticos del Espíritu es ayudar a los creyentes a conocer y seguir la voluntad de Dios.
Ezequiel 36:27 indica claramente que el Espíritu siempre ha estado disponible para guiar al pueblo de Dios. E Isaías nos recuerda, siglos antes del tiempo de Ezequiel, que el Señor “puso en medio de él su santo espíritu, el que los guio por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria” (Isa 63:11-12)
Los procedimientos en el Concilio de Jerusalén en Hechos 15 ilustran maravillosamente cómo el Espíritu guio a la iglesia del Nuevo Testamento. El Concilio se convocó para determinar qué principios de conducta debería poner la iglesia primitiva guiada por judíos a los muchos gentiles convertidos que ahora estaban en la comunidad. Después de mucha discusión en oración, el Concilio tomó la decisión importante de que no era necesaria imponer la ley de Moisés como un medio de salvación.
El Concilio puso sus recomendaciones concisas en una carta que fue el resultado de un consenso guiado por el Espíritu entre los apóstoles y ancianos “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias” (Hch 15:28) Los líderes estaban seguros de que su decisión fue de la mente del Espíritu Santo como se refleja en la Escritura, por lo tanto, sabían que era correcto y de acuerdo a la voluntad de Dios.
Romanos 8:14 dice “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” esto nos anima a que nosotros también podemos estar seguros de la dirección del Espíritu. Si somos fieles a escuchar, leer y estudiar la Palabra, si nos esforzamos por obedecerla y si somos sensibles al Espíritu Santo, entonces Él nos guía a la perfecta voluntad de Dios para nuestras vidas (ver Salmo 119:105)
Por John MacArthur