Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.
Mucha gente intenta justificar su pecaminosidad categorizando los pecados de acuerdo a su gravedad aparente. Por ejemplo. Decir una pequeña blanca mentira no es tan serio para ellos como cometer perjurio, engañar sobre el impuesto sobre la renta no es tan serio como robar un banco. Otros ven la ley de Dios como una serie de medidas separadas y asumen que ganan puntos con Dios al obedecer una ley aunque quebranten las otras. En definitiva, si las leyes que ellos no rompen compensan las leyes que sí, ellos piensan que todo estará bien.
Aparentemente, algunos de ellos a quienes Santiago escribió tenían los mismos conceptos erróneos, creyendo que pecados como prejuicio, parcialidad e indiferencia a los pobres no eran tan serios como pecados de asesinato y adulterio. O quizá ellos creían que podían compensar su favoritismo al cumplir la ley de Dios en otras áreas.
Ambos puntos de vista son erróneos y potencialmente malditos porque la ley de Dios no es una serie de medidas separadas o una forma de ganar puntos con Dios. Es una representación de Su naturaleza santa. Aunque todos los pecados no son igualmente atroces o perjudiciales, desde la perspectiva de Dios todo pecado viola Su estándar. Cuando rompes una ley, las rompes todas y se te considera pecador y transgresor.
Pecado en el verso 9 habla de no dar en el blanco y no lograr alcanzar el estándar santo de Dios. Transgresores se refiere a ir más allá de los límites aceptables. Unos dicen, no has alcanzado, otros dicen te has pasado. Ambas son violaciones iguales de la santidad de Dios. Debes ver todo pecado como una ofensa a Él y nunca agravar tu pecado intentando esconderlo, justificarlo o contrapesarlo con las buenas obras.
Por John MacArthur