73 Con tus manos me creaste, me diste forma.
Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.
74 Los que te honran se regocijan al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
75 SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos,
y que con justa razón me afliges.
76 Que sea tu gran amor mi consuelo,
conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.
77 Que venga tu compasión a darme vida,
porque en tu ley me regocijo.
78 Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan;
yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos.
79 Que se reconcilien conmigo los que te temen,
los que conocen tus estatutos.
80 Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos,
para que yo no sea avergonzado.
Querido oyente, usted fue creado por Dios; sus manos dieron forma a su vida. Usted no fue fruto de la casualidad, del bigbang o de la evolución; sino que Dios mismo lo creó desde la eternidad y lo formó en el vientre de su madre. Es por eso, que si reconocemos que El es nuestro creador, también debemos reconocer que necesitamos del manual de vida que El nos ha dejado. Su Palabra. Es por esto que el Salmista declaró “Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.
En la Palabra de Dios encontramos el consejo de Dios, para cada una de las áreas de nuestra vida, y cuando la obedecemos, trae bendición. Obedecer y poner nuestra esperanza en la palabra de Dios también es una forma de bendecir a otras personas que también tienen el temor de Dios; ellas, al ver nuestro testimonio de vida, como decía el salmista, se regocijan al ver que hemos puesto nuestra esperanza en la Palabra.
Sin embargo, no obedecer la Palabra de Dios, también trae sus consecuencias. ¿Si usted pensara en las circunstancias que hoy le afligen ? ¿Cuántas de ellas serían consecuencia, de la desobedienca suya, o de algún otro a la Palabra de Dios? Dios como un amoroso Padre en ocasiones permite situaciones en nuestra vida, para disciplinarnos; pero nunca esa disciplina o aflicción será injusta, ni contraria a la Palabra de Dios. “Señor, yo se que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges”.
Como decía anteriormente, obedecer la Palabra de Dios trae bendición a nuestra vida, desobedecerla trae aflicción. La buena noticia, es que sin importar nuestro pecado, podemos clamar a Dios por su misericordia, la cual es nueva cada día. Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.77 Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo.
¿Hay pecados en su vida que hoy debe confesar? Recuerde, Si usted confiesa su pecado, El es fiel y justo para perdonarlo, y limpiarlo de toda maldad.
Tal vez existan personas, que estarán allí para mostrarnos nuestros errores y pecados, y para tratar de avergonzarnos, el mismo satanás también nos acusará, y nos sugerirá que dejemos de leer la Palabra de Dios; “tanto que lees la biblia, y mira cuan pecador”, susurarrá a nuestro oído; sin embargo, debemos mantenernos en la Palabra, y meditando en ella, así nos sintamos pecadores, e indignos de leerla.
La Palabra de Dios nos ayudará a permanecer en el propósito de Dios en nuestra vida, y si nos desviaremos de El, nos ayudará a encontrar la forma de volver al camino. Que nuestra oración cada día al Señor sea como el salmista “Sea mi corazón integro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado”.
Yo le invito a que en el día de hoy memorice 73 Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.