Estudio Biblico
ELCY
Historia detrás del Texto
Por: Federico Suarez
Era la primera vez que había ido a la Iglesia presbiteriana, fue en septiembre de 1998, era tan solo un joven de 18 años de edad y de casi uno de haber nacido nuevamente en Cristo casi abriendo hasta ahora mis ojos espirituales, llegué allí a la reunión de jóvenes aquél sábado a las 6 de la tarde, era hermoso ver tantos jóvenes entrando a la reunión, cómo lo que allí vi; recuerdo a varias personas ministrando a aquél numeroso grupo y al final ver a quién se convertiría en alguien crucial y especial en mi historia de vida.
Al terminar aquella primera reunión me presentaron a Elcy, una joven y líder de la iglesia, la cual recuerdo más claramente tres o cuatro reuniones posteriores cuando me hizo una pregunta y una afirmación, empezó diciendo: ¿te vas a quedar congregándote aquí? Lo preguntaba porque mis primeros pasos en la fe los venia dando en Cenfolc.
Cuando le dí mi respuesta que sí me quedaría allí, continuó, no preguntó, sino que afirmó: ¡entonces el domingo empezamos discipulado! ¿Por qué el domingo? Me pregunto hoy, no lo sé, solo recuerdo que ella me dijo eso; ese atrevimiento se convirtió en el inicio de una de las marcas indelebles de mi vida.
Ese encuentro de domingo se convirtió en el primero de todos los que tuvimos durante un año. Los que serían de dos horas se multiplicaron por dos y los cuatro meses programados para el discipulado básico se multiplicaron casi por tres. Recuerdo encontrar una discipuladora con una escucha atenta, dispuesta a cada pregunta que en ese momento me surgía, como a cada idea que empezaba a aflorar y afirmando mis pinitos de escritura con cada frase célebre, talento que brotó con la venida del Señor a mi vida.
En ese tiempo de discipulado pasaron muchas cosas, pero recuerdo de manera especial tres:
La primera de ellas fue su invitación a participar del ministerio de Acción Social de la iglesia, no sé cómo pero allí resulté, junto a ella y a un equipo de locos por el Señor, en la calle 19 en jornadas con habitantes de calle, dando desayunos, bañando, dando ropa y viendo peluquearlos; ese espació me regaló los primeros amigos de camino en la vida cristiana y una mirada más allá del Reino de Dios, creo que fue el pinito de lo que más tarde conocería con el nombre de misión integral.
A Elcy no le vastó solo con esa invitación, sino que me impulsó a hacer parte del liderazgo del grupo de jóvenes, del cual ella participaba, mis excusas basadas mas en mis temores que en mis razones espirituales no la pudieron mover, hoy creo que la que oró fue ella y a quien el Señor escuchó, pues en poco tiempo, se me ocurrió una idea de evangelización la cual fue el camino por el cual fui llevado para estar en aquel Grupo de Apoyo, en el cual más que un ministerio se convirtió en un espacio más amplio de formación; creo que allí Dios me empezó a enseñar el discipulado relacional con once amigos más, y en compañía de ellos me llevó a confrontar mis temores, me regaló un rebaño para crecer en carácter, escuchando con ellos y a través de ellos la voz de nuestro Buen Pastor.
La tercera cosa que Dios me regaló en ese espacio de discipulado a través de Elcy fue la clarificación y énfasis por la Palabra de Dios, que había llegado a mi vida un año antes en el momento de conocer al Señor y que fue regado en los primeros meses por Eduardo Varón, como por los pastores y jóvenes de Cenfolc.
En cada domingo que nos encontrábamos lo que le daba luz a mis preguntas, dudas e ideas era la Palabra que allí Elcy me hacía abrir y memorizar antes de llegar a cada encuentro; tengo mayor conciencia de cada una de estas citas bíblicas cada vez que el Señor las trae a mi vida, pero una que fue central fue el salmo 119:9: ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Esta palabra ha marcado de manera trasversal la historia de mi vida, llegó en un momento en el que era joven, necesitaba ser limpiado y me dio la buena noticia que con guardar la Palabra podría serlo. A partir de ese momento esa palabra se incrustó en el centro de mi corazón; esa palabra del salmo 119:9 hablaba de todo el resto de la Palabra de Dios, de la limpieza que pudo hacer en ese joven de 18 años y de la limpieza del camino recorrido en estos más de 20 años.
Por atreverse a no preguntar sino a colocarme una cita con la Palabra de Dios, por invitarme a llevarla a las calles y a vivirla en medio de relaciones ministeriales, por haberla sembrado enseñándomela con dedicación y amor, por todo esto es que este escrito se llama Elcy.
Pensemos un momento en cada uno de las personas que Dios ha movido para nuestra formación, que tal si oras por esas personas en gratitud al Señor y en gratitud a ellos se lo haces saber; un escrito, un mensaje de WhatsApp o una vídeo llamada, un buen recurso puede ser.
Con Cariño:
Federico
119:10 Con todo mi corazón te he buscado;No me dejes desviarme de tus mandamientos.
119:11 En mi corazón he guardado tus dichos,Para no pecar contra ti.