Estudio Biblico
En el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos, Jesús dijo que si alguno tenía sed de bendiciones espirituales, viniera a él y que de su interior brotarían ríos de agua viva. Jesús al igual que la mujer samaritana ofrecía un agua que salta para vida eterna, el agua de vida, el agua de la cual nunca más volverá a tener sed. Todos lo demás es momentáneo, nada puede llenar como la maravillosa presencia del Espíritu Santo.
Jesús es la fuente de donde brota esa agua. De él proviene la bendición del Espíritu Santo. Jesús no nos da el Espíritu por medida, él nos dio su Espíritu todo de él. El requisito para esta plenitud espiritual es tener sed. : la sed que habla Jesús no es una sed física sino una sed espiritual, y sed significa una tendencia irresistible a abusar de la bebida. Necesidad de beber, apetito o deseo ardiente por algo, sentimiento de desesperación por las aguas.
Como el siervo clama por las corrientes de las aguas. Desespero por la presencia del Espíritu Santo. La sed representa el fuerte deseo por las bendiciones espirituales, que ninguna otra cosa puede satisfacer. El que tiene sed, viene a Cristo, cree en él, satisface su sed y, luego, se convierte en una fuente de la cual fluyen ríos de agua viva para satisfacer la sed de otros.
Estas son las aguas que Jesús estaba hablando “ríos de agua viva” no es algo, Jesús estaba hablando de alguien, de una relación personal con el Espíritu Santo, esta es la forma de plantarnos en este rio.
7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.