¿Alguna vez has dicho: me siento en un desierto? ¿En esta cuarentena estas experimentando un desierto? una cuarentena que ya sobrepaso los 40 dias y vamos para casi 90 dias. Para algunos ha sido un tiempo de gran bendición, para otros no tanto, porque al verse encerrados, sin trabajo, quizá solos, enfermos han entrado a lo que hoy queremos hablar sobre el desierto.
Un desierto es: un tiempo de prueba, desempleo, soledad, escases, problemas en el hogar, financieros. Son tiempos muy difíciles donde nos sentimos cansados emocionalmente y con las ganas de rendirnos. “tirar la toalla.” y mas aun en estos tiempos donde las cosas se ponen mas difíciles.
En el caso del Señor el Espíritu Santo fue quien lo llevó al desierto. Fue un tiempo de preparación y de madurar su ministerio. Cuando Dios nos lleva a un desierto es porque quiere promovernos, casi siempre el desierto que más duele es el financiero y el de la salud, son los más difíciles de atravesar. Y precisamente en esta cuarentena esas dos áreas son las que mas se están viendo afectadas. y aunque el desierto no es tú destino final, si es un proceso vital. Es tan vital que sin desierto no hay tierra prometida, sin desierto no hay riquezas.
Si estás pasando un desierto debes tener la seguridad que Dios está transformando tú corazón y tú mentalidad. Tu mayor necesidad NO ES lograr algo mejor de lo que tienes, si no convertirte en ALGUIEN mejor de lo que eres. El sufrimiento produce crecimiento.
cuando Dios se dispone a usarte para hacer algo tremendo en tú vida, casi siempre te pone en el desierto, para PROBARTE y luego APROBARTE. El desierto es la fabrica de oraciones de otro nivel. El desierto mata el egoísmo, la envidia, el ego, el orgullo y nos enseña a amar como Jesús amó.
y finalmente, el pasajes que leímos hoy. El desierto es un lugar donde el Señor nos habla.