Estudio Biblico
Cada vez que el rey David y otros escribían un salmo, se referían a atributos y actos específicos del Señor. Cuando estos cantos de adoración fueron reunidos en un libro al que ahora llamamos Salmos, la recopilación se convirtió en una biografía de Dios expresada por medio de un lenguaje de alabanza.
La capacidad de adorar a Dios surge del amor a Él. Y ya que el amor genuino se cultiva a medida que lo conocemos mejor, la verdadera raíz de la alabanza es el conocimiento. Por eso, Dios puso en cada creyente el deseo de conocerlo. Satisfacemos ese deseo pasando tiempo con el Señor en oración, leyendo la Biblia, y teniendo compañerismo con otros creyentes. También vemos la manera como el Señor actúa en nuestra vida para dar respuestas a nuestras necesidades y bendecirnos. Descubrir cada faceta de su carácter, profundiza nuestro conocimiento de Él y deseo de alabarle.
Experimentar a Dios hace que nos enamoremos de Él. Y una persona enamorada no puede evitar alabar a esa otra que tanto ama. Por eso, honramos con gratitud al Señor por medio de palabras, cánticos, danza, o con todo lo que exprese nuestro gozo en Él.
Nuestra alabanza no tiene que ser solo privada o estar limitada a la comunidad de la iglesia. Cada creyente tiene una “biografía” del Señor para compartir con sus semejantes. Es una historia llena de motivos de alabanza, no solo por la manera como Él ha intervenido en el caos, consolado en la tragedia y bendecido con abundancia, sino también por las lecciones aprendidas. Compartimos nuestra adoración con el mundo para que los demás puedan llegar a conocer, amar y adorar al Señor.
40:9 He anunciado justicia en grande congregación;He aquí, no refrené mis labios,Jehová, tú lo sabes.
40:10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;He publicado tu fidelidad y tu salvación;No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.