Estudio Biblico
Todos alguna vez hemos tenido que pasar por un tiempo de silencio por parte del Señor. La Biblia dice que “Dios calla de amor” y en la Palabra encontramos numerosos ejemplos de hombres y mujeres de Dios que tuvieron que pasar por este “valle de silencio”.
El caso que nos compete hoy, es el caso de una mujer atribulada. Una mujer que llevaba años esperando pacientemente por una respuesta de Dios, Ana era estéril y Con respecto a esto, ¿Qué significa para una mujer que le digan que no puede tener hijos? Muy seguramente sería algo muy triste y frustrante.
Para resumir la historia y después de una oración sincera hecha por esta mujer, Dios le concede su petición y le da un hijo varón y lo nombra: Samuel (por cuanto se lo pedí al Señor).
El silencio de Dios es uno de los temas a mi parecer más complejo de tratar, pero lo que quiero compartir hoy con ustedes podría de alguna manera tranquilizar su corazón y ayudarle a comprender un poco más los silencios de Dios.
Lo primero que quiero decirles es que piensen en ¿Cómo estas pidiendo a Dios?
Es decir, ¿pediste de tal forma que tú crees que eso es lo mejor para ti? Si tú pides de esta manera no te extrañes que esa oración no vaya a tener respuesta. Pero, si oras con humildad condicionando tú petición ten la seguridad que Dios te va a responder aunque tal vez, no te hable de acuerdo a lo que estas pidiendo.
Por ej. Señor SI tú quieres o si es tú voluntad:
· que yo inicie esta relación.
· que yo haga ese negocio. Que yo invierta ese dinero.
· Que yo tome ese trabajo. En Lucas 22: 42-43 NTV Jesús nos enseña a orar así: “42Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía. 43Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció.” Jesús recibió y a la vez no recibió respuesta. ¿Por qué? Porque no había otra manera. Jesús tenía que pasar por eso, pero Dios le respondió enviándole un ángel para fortalecerlo.
Lo que les quiero decir es que, cuando oramos con humildad buscando la voluntad de Dios por encima de todo, tenemos la seguridad de que Dios nos responderá.
Lo segundo que quiero hablarles es: piensa en que quizá no tener respuesta de parte de Dios sea porque Él te esté guardando de algo difícil y porque tenga algo mejor para ti.
Muchas veces el no recibir lo que hemos pedido, impide que nos venga una dolorosa cruz, no olvidemos que Dios es Padre y como Padre desea lo mejor para todos nosotros. Pensemos en que si hubiéramos alcanzado algunos de nuestros deseos, muy seguramente hubiéramos causado nuestra destrucción.
Y por último, observa en que otras áreas de tú vida Dios te está respondiendo y sé agradecido por eso.
A veces nos obsesionamos tanto con ciertas cosas que pedimos, que hace que nos olvidemos que en otras áreas Dios está respondiendo. Esa obsesión nos ciega e impide que veamos lo bueno y maravilloso que el Señor ha sido con nosotros.
En ocasiones Dios aparta la mano de su bendición sobre aquello que pedimos y la pone en otra cosa que nos beneficia más. Así ocurre con nuestras oraciones, cuando pedimos bendición sobre nosotros o sobre otros, a menudo hay cambio, pero nunca frustración de no recibir respuesta. Esto se podría llamar respuesta. Puede ser que tú estés pidiendo bendición en lo económico, en lo laboral; pero Dios ve que es mejor que bendiga y traiga restauración sobre tú familia por ejemplo.
Para reflexionar: ¿Has aprendido a adorar y a confiar en el Señor cuando hace silencio?
1:2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.
1:3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.
1:4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.
1:5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
1:6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
1:7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
1:8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
1:9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,
1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
1:11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
1:12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
1:13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
1:14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
1:15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
1:16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
1:17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
1:18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.
1:19 Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.
1:20 Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.