Estudio Biblico
Dios ha dado a sus hijos el privilegio de acudir a Él para todas sus necesidades; aun más, ha prometido responderles. También ha incluido el derecho que tenemos de hacerle peticiones en favor de los demás. La Biblia nos dice que la oración del justo puede mucho (Stg 5.16).
Para ser considerados justos a los ojos del Padre, tenemos que haber aceptado su regalo de salvación. Antes de ser redimidos, éramos personas inicuas bajo condenación (Ef 2.1, 3). Pero, por la fe en Cristo como nuestro Salvador, somos hechos nuevos y declarados santos delante de Él. Entonces, para que nuestras peticiones sean poderosas y eficaces, tienen que estar de acuerdo con su voluntad (1 Jn 5.14, 15). El secreto para hacer peticiones que se ajusten a su plan es conocer el carácter y las prioridades del Padre celestial.
Elías es un buen ejemplo de alguien que oraba con autoridad. El Señor lo envió a enfrentarse al impío rey Acab y a los 450 profetas de Baal. Se trataba de un conflicto espiritual para demostrar quién era el Dios verdadero: Baal o el Señor de Israel. Las armas de Elías eran su conocimiento del plan del Padre celestial, y la autoridad que tenía en la oración como profeta de Dios. Su petición, hecha públicamente delante de sus adversarios, armonizaba con la voluntad del Señor de que supieran quién era Jehová (Ex 7.5; 1 R 18.37). Cuando Dios respondió la oración de Elías, el pueblo declaró: “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 R 18.39).
¿Es usted hijo de Dios? Si lo es, puede orar con autoridad y poder, seguro de que sus peticiones están de acuerdo con la voluntad del Señor.
18:20 Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
18:21 Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
18:22 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.
18:23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
18:24 Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.
18:25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.
18:26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
18:27 Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.
18:28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.
18:29 Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.
18:30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.
18:31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,
18:32 edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
18:33 Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.
18:34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez,
18:35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
18:36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
18:37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
18:38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
18:39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!