Estudio Biblico
Muchos estamos familiarizados con el himno “¡Oh Qué Amigo Nos Es Cristo!”. Todos estamos de acuerdo en que el Salvador es un gran amigo, pero pocos tenemos un conocimiento exhaustivo de la altura y la profundidad de su amistad. Consideremos algunas características de Cristo como amigo.
Se ha comprometido a ser nuestro amigo toda la vida. En realidad, este compromiso va más allá de esta vida, es por toda la eternidad. Él nunca nos dejará, no importa lo que hagamos. Y aunque en la vida es inevitable que tengamos decepciones, el Señor nunca nos defraudará.
Es accesible y transparente en todo momento. El Señor Jesús nos enseñará todo lo que queramos saber de Él a medida que le busquemos. El Señor no esconderá nada de nosotros que necesitemos saber de Él.
Nos renueva su amorosa invitación cada día. Sabe cómo responder a nuestros anhelos más profundos, y es sensible a nuestros deseos y a nuestras necesidades.
Es un oyente atento y reconfortante que nunca interrumpe ni se apresura a criticar.Presta atención plena a nuestras peticiones. Sus ojos están tan tiernamente fijos en nosotros, que su corazón oye exactamente lo que estamos diciendo.
¿Qué clase de amigo es Jesús? Juan 15.13 responde esta pregunta: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Porque Él se dio a sí mismo por todas las personas, nosotros, como sus seguidores, podemos darnos por unos pocos. ¿Quién en su círculo más cercano necesita el sacrificio de su tiempo o su atención?
5:2 Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.
5:3 Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
5:4 Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí.
5:5 Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra, que corría Sobre la manecilla del cerrojo.
5:6 Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió.
5:7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
5:8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.
5:9 ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
5:10 Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.
5:11 Su cabeza como oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
5:12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
5:13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.
5:14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.
5:15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.
5:16 Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.