Estudio Biblico
Por: Federico Suárez
Hace dos semanas me levanté, abrí la puerta y pronto mi mirada se fijó en el parque que esta frente a mi casa, allí estaban los niños jugando con los regalos que les había traído el "niño Dios". Y hace tan solo unos días no solo los niños jugaban, los adultos también lo hacían. Sus juguetes eran la prima, los regalos, la fiesta, la pólvora en celebración del gran acontecimiento de la navidad, que como los niños, parece ser que nosotros también poco entendemos.
El 31 de diciembre la fiesta llegó nuevamente, pero con el agravante de que el poco nombramiento de Dios en estas fiestas había desaparecido y remplazado por un sin numero de agüeros.
Además de ropa, zapatos y otros objetos, el comercio estaba lleno de espigas, ropa interior de color amarillo, uvas y la gente hablaba de formulas mágicas para recibir el nuevo año. lo que reflejaba todo esto, era la necesidad de esperanza, pero buscándola ya no en el nuevo nacimiento que ocurrió en la tierra hace veinte siglos, sino en una cantidad de propuestas místicas que son incapaces de responder a las necesidades humanas para el 2019.
Nuestros deseos por los demás cuando dijimos: ”Feliz Navidad” se vaciaron de la presencia de Jesús tan solo ocho días después con la frase: ”feliz año nuevo”.
Si nos detenemos un poco, podríamos observar que somos una humanidad que poco ha entendido el acontecimiento histórico del nacimiento de Jesús, y este desconocimiento nos deja expuestos a los engaños de las estériles promesas de los agüeros, además, ahonda nuestra necesidad de esperanza de vida abundante que tanto deseamos.
Una necesidad similar a la nuestra la tenía la comunidad cristiana a la que el Apóstol Juan le escribió cuando finalizaba el siglo primero. Aunque eran cristianos, su conocimiento y confianza en Jesús se habían deteriorado, además, otras propuestas engañosas confundían su fe, Juan entonces les escribe para que pudieran creer que Jesús es el hijo de Dios y creyendo en él tuvieran vida en su nombre (Jn: 20:30-31)…
… en las primeras lineas del evangelio les dice: ”todas las cosas por el fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. (Jn 1:3) en los dos versículos anteriores les había demostrado que Jesús era Dios y ahora les dice que todo fue creado por él y que sin él nada de lo que existe hubiese sido hecho.
Cuando leí éste texto comprendí que si todo fue hecho por él entonces yo también lo fui y por tanto él es la esperanza suficiente que tengo para el tiempo por venir.
Por estos días que tanto hablamos del nacimiento de Jesús y que enfrentamos este nuevo año con la necesidad de encontrar esperanza, ¿Qué tal si quitamos la mirada de los agüeros y ponemos toda nuestra creencia en él? entendiendo que es Dios creador y por tanto el único que nos puede dar nuevamente la vida abundante que necesitamos.
Te invito a que le digamos estas palabras a él:
Señor Jesús, reconozco lo poco o nada que te conozco y que he puesto mi confianza en cosas o creencias que no dan vida, pero ahora decido creer que eres Dios, creador de todo lo que existe, por lo tanto te pido que me perdones creyendo que lo puedes hacer gracias a tu sacrificio en la cruz y darme nuevamente vida, la vida abundante que solo tu como mi creador me puedes dar. Amén.
1:2 Este era en el principio con Dios.
1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.