Estudio Biblico
Cuando estamos demasiado preocupados para escuchar la voz de Dios, Él suele captar nuestra atención dándonos un espíritu de inquietud. El libro de Ester nos da un excelente ejemplo de esto.
En el capítulo 6, vemos que al rey Asuero “aquella misma noche se le fue el sueño. . . y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia” (v. 1). Como resultado, Asuero se enteró de que un intento de asesinato contra él había sido frustrado por un hombre llamado Mardoqueo. Lleno de gratitud por este acto de lealtad y servicio, el gobernante hizo planes para honrar a Mardoqueo.
Sin embargo, lo que Asuero no podía haber sabido, es que este héroe había sido señalado por Amán, uno de los asesores reales, para darle muerte. Amán no solo había conspirado para colgar a Mardoqueo el judío (5.14); también había planificado el exterminio de toda la población judía.
Pero, gracias a la intervención del rey, Mardoqueo y todos los judíos se salvaron. Ahora bien, ¿qué dio inicio a este proceso? Fue una noche de inquietud. Asuero no sabía por qué no podía dormir, pero nosotros sabemos que el insomnio del rey se debía a que Dios estaba tratando de captar su atención. El Señor tenía algo importante que decirle a Asuero, y su manera de comunicarse con él era por medio de una desagradable noche de insomnio.
¿Cuántas veces le ha sucedido esto a usted? Está dedicado a su trabajo y a sus actividades, pero sobre usted parece haber una inquietud que lo mantiene despierto en las noches. En esos momentos, arrodíllese y ore, diciendo: “Señor, ¿qué quieres decirme?”
6:2 Entonces hallaron escrito que Mardoqueo había denunciado el complot de Bigtán y de Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, que habían procurado poner mano en el rey Asuero.
6:3 Y dijo el rey: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada se ha hecho con él.
6:4 Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio exterior de la casa real, para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía preparada.
6:5 Y los servidores del rey le respondieron: He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo: Que entre.
6:6 Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?
6:7 Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey,
6:8 traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza;
6:9 y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.
6:10 Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho.
6:11 Y Amán tomó el vestido y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y lo condujo a caballo por la plaza de la ciudad, e hizo pregonar delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey.