En Isaías 55.8, Dios dijo: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”. En realidad, una de las frustraciones más grandes para el creyente proviene del no entender la manera de actuar de Dios. Hay veces cuando pudiéramos estar orando por un milagro, pero Él no nos los concede. Las expectativas insatisfechas producen confusión, decepción e incluso enojo. ¿Por qué Dios me falló?
Hay dos opiniones predominantes en cuanto a los milagros. Algunas personas no creen que Dios haga milagros en absoluto, mientras que otras están convencidas de que si Él no está haciendo algo milagroso en la vida de alguien, entonces algo anda mal con la fe de la persona. Necesitamos tener una perspectiva equilibrada y bíblica.
Dios actúa de manera tanto sobrenatural como normal, y determina el método. Elías fue alimentado milagrosamente con comida que le traían los cuervos, pero la fuente de abastecimiento de agua de un arroyo era completamente natural. Cuando el arroyo se secó, el Señor pudo haber creado otro manantial, pero no lo hizo.
A veces, Dios utiliza medios normales para movernos en una nueva dirección. La reducción de la fuente de abastecimiento le abrió a Elías la puerta para comenzar una nueva “tarea”. Cuando el Señor interviene de forma milagrosa y deja que el arroyo se seque, es porque tiene preparado algo mejor.
Ver la obra de Dios en lo milagroso es fácil, pero Él está involucrado en lo común y corriente de la vida, tanto como en lo sobrenatural. Él está allí, abriendo y cerrando puertas, quitando una oportunidad pero dando otra.