Vv. 1—7. El apóstol vio en la mano del que estaba sentado en el trono un rollo de pergaminos, de la
forma habitual de aquellos tiempos, y sellado con siete sellos. Representaba los propósitos secretos
de Dios que iban a ser revelados. Los designios y los métodos de la providencia divina para la
Iglesia y el mundo están establecidos, determinados y quedan por escrito. Los consejos de Dios están
por entero ocultos de los ojos y del entendimiento de la criatura. No se quita el sello ni se abren de
inmediato las diversas partes del rollo, sino una parte después de la otra, hasta que todo el misterio
del consejo y conducta de Dios esté consumado en el mundo. —Las criaturas no pueden abrirlo ni
leerlo; sólo el Señor puede hacerlo. Los que más ven de Dios desean ver más; y los que han visto su
gloria desean conocer su voluntad. Pero hasta los hombres buenos pueden estar demasiado
anhelantes y apresurados por escudriñar los misterios de la conducta divina. Tales deseos se
convierten en lamento y pesar si no son contestados pronto. —Si Juan lloró mucho porque no podía
leer el libro de los decretos de Dios, ¡cuánta razón tienen muchos para derramar ríos de lágrimas por
su ignorancia del evangelio de Cristo del cual depende la salvación eterna! —Nosotros no tenemos
que llorar por no poder prever sucesos futuros acerca de nosotros en este mundo; la ansiosa
expectativa de las perspectivas futuras o la previsión de calamidades venideras nos haría, por igual,
ineptos para nuestros deberes y conflictos presentes o volverían inquietantes nuestros días de
prosperidad. Pero podemos desear saber, por las promesas y profecías de la Escritura, cuál será el
suceso final para los creyentes y para la Iglesia; que el Hijo encarnado ha prevalecido para que
aprendamos todo lo que necesitamos saber. —Cristo está como Mediador entre Dios y los ministros
y el pueblo. Se le llama León, pero aparece como Cordero inmolado. Aparece con las marcas de sus
sufrimientos para mostrar que intercede por nosotros en el cielo en virtud de la satisfacción que hizo.
Aparece como Cordero, con siete cuernos y siete ojos: el poder perfecto para ejecutar toda la
voluntad de Dios, y la sabiduría perfecta para entenderla y hacerla en la manera más eficaz. El Padre
puso el libro de sus eternos consejos en la mano de Cristo y Cristo lo tomó, rápida y alegremente, en
su mano: porque se deleita en dar a conocer la voluntad de su Padre; y Él da el Espíritu Santo para
revelar la verdad y la voluntad de Dios.