Vv. 6—8. Estamos corrompidos por dentro y por fuera; por dentro, por el poder y la
contaminación del pecado en nuestra naturaleza. Porque nuestra limpieza interior está en Cristo
Jesús y por medio de Él, el lavado de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo. Algunos
piensan que aquí se representan los dos sacramentos: el bautismo con agua, como señal externa de
regeneración y purificación por el Espíritu Santo de la contaminación del pecado; y la cena del
Señor, como señal externa del derramamiento de la sangre de Cristo, y de recibirle por fe para
perdón y justificación. Estas dos maneras de limpiarse estaban representadas en los antiguos
sacrificios y lavados ceremoniales. El agua y la sangre incluyen todo lo que es necesario para nuestra
salvación. Nuestras almas son lavadas y purificadas, por el agua, para el cielo y la habitación de los
santos en luz. Somos justificados, reconciliados y presentados como justos, por la sangre, a Dios. El
Espíritu purificador para el lavado interior de nuestra naturaleza se obtiene por la sangre, habiendo
sido satisfecha la maldición de la ley. El agua y la sangre fluyeron del costado del Redentor
sacrificado. Él amaba a la Iglesia y se dio por ella para santificarla y limpiarla con el lavamiento del
agua por la palabra; para presentársela para sí una Iglesia gloriosa, Efesios v, 25–27. Esto fue hecho
en Espíritu de Dios y por Él, conforme a la declaración del Salvador. Él es el Espíritu de Dios y no
puede mentir. —Tres dieron testimonio de las doctrinas de la persona de Cristo y su salvación. El
Padre, repetidamente, por una voz desde el cielo declaró que Jesús era su Hijo amado. La Palabra
declara que Él y el Padre eran Uno, y que quien lo ha visto a Él, ha visto al Padre. También el
Espíritu Santo descendió del cielo y se posó en Cristo en su bautismo; Él había dado testimonio de
Cristo por medio de todos los profetas, y dio testimonio de su resurrección y oficio de mediador por
el don de poderes milagrosos a los apóstoles. Pero se cite o no este pasaje, la doctrina de la trinidad
en unidad sigue igualmente firme y cierta. —Hubo tres testimonios para la doctrina enseñada por los
apóstoles, respecto de la persona y salvación de Cristo. —1. El Espíritu Santo. Venimos al mundo
con una disposición carnal corrupta que es enemistad contra Dios. Que esto sea eliminado por la
regeneración y la nueva creación de almas por el Espíritu Santo, es testimonio del Salvador. —2. El
agua: establece la pureza y el poder purificador del Salvador. La pureza y la santidad actual y activa
de sus discípulos están representadas por el bautismo. —3. La sangre que Él derramó: este fue
nuestro rescate, esto testifica de Jesucristo; selló y terminó los sacrificios del Antiguo Testamento.