Vv. 1—4. Las mentes purificadas tienen que ser estimuladas para que los creyentes se mantengan
activos y vivos en la obra de la santidad. Habrá burladores en los postreros tiempos, bajo el
evangelio, hombres que toman a la ligera el pecado y se burlan de la salvación por Jesucristo. Un
artículo muy importante de nuestra fe se refiere a lo que sólo tiene una promesa para descansar en
ella, pero los burladores la atacarán hasta que nuestro Señor venga. Ellos no creen que Él vendrá.
Porque no ven cambios, no tienen temor de Dios, Salmo lv, 19. Imaginan que lo que Él nunca ha
hecho, no puede ser hecho o nunca lo hará.
Vv. 5—10. Si estos burladores hubieran considerado la espantosa venganza con que Dios borró a
todo un mundo de impíos, de una sola vez, seguramente no se burlarían de su amenaza de un juicio
igualmente terrible. Se declara por la misma palabra que los cielos y la tierra que ahora son serán
destruidos por el fuego. Esto ocurrirá con tanta certeza como la verdad y el poder de Dios pueden
hacerlo. —Aquí se enseña y afirma a los cristianos en la verdad de la venida del Señor. Aunque,
según cuentan los hombres, hay una gran diferencia entre un día y mil años, según la cuenta de Dios
no hay diferencia. Todas las cosas, pasadas, presentes y futuras, están siempre delante de Él; la
tardanza de mil años no puede ser tanto para Él como para nosotros es postergar algo por un día o
por una hora. Si los hombres no tienen conocimiento ni fe en el Dios eterno, se inclinan a pensar que
Él es como ellos. ¡Qué difícil es formarse la idea de la eternidad! Lo que los hombres cuentan como
tardanza, es paciencia, y es a favor de nosotros; es para dar más tiempo a su pueblo para que avance
en conocimiento y piedad, y en el ejercicio de la fe y la paciencia, para que abunde en buenas obras,
haciendo y sufriendo aquello para lo que son llamados, para que puedan dar gloria a Dios. Por tanto,
pongan en sus corazones que ciertamente serán llamados a dar cuenta de todas las cosas hechas en el
cuerpo, sean buenas o malas. Que el andar humilde y diligente ante Dios y el juicio frecuente de
vosotros mismos muestren vuestra firme fe en el juicio futuro, aunque muchos vivan como si
absolutamente nunca tuvieran que rendir cuentas. El día llegará cuando los hombres estén seguros y
no tengan la esperanza del día del Señor. Los majestuosos palacios y todas las cosas deseables que
buscan los hombres mundanos, y en las cuales ponen su felicidad, serán quemadas; todas las clases
de criaturas que Dios ha hecho y todas las obras de los hombres deben pasar por el fuego, que será
fuego consumidor para todo lo que el pecado haya traído al mundo, aunque será fuego purificador
para las obras de la mano de Dios. ¿Qué será de nosotros si ponemos nuestros afectos en esta tierra y
la hacemos nuestra porción, aunque vemos que todas estas cosas serán quemadas? Por tanto,
¡asegurémonos de la felicidad más allá de este mundo visible!