Vv. 12—15. Debemos ser fundados en la creencia de la verdad, para que no seamos llevados por
cualquier viento de doctrina; y especialmente, en la verdad que necesitamos saber en nuestro día lo
que corresponde a nuestra paz, y que se opone a nuestro tiempo. El cuerpo no es sino un tabernáculo
o tienda del alma. Es una vivienda vil y móvil. La cercanía de la muerte hace diligente al apóstol en
el negocio de la vida. Nada puede dar tanta compostura en la perspectiva o en la hora de la muerte
como saber que seguimos fiel y sencillamente al Señor Jesús, y buscamos su gloria. Los que temen
al Señor, hablan de su paciencia. Este es el modo de diseminar el conocimiento del Señor, y por la
palabra escrita ellos son capacitados para hacer esto.
Vv. 16—21. El evangelio no es algo débil, pero llega con poder, Romanos 1, 16. La ley pone
ante nosotros nuestro miserable estado por el pecado, pero nos deja ahí. Descubre nuestra
enfermedad, pero no da a conocer la cura. Ver a Jesús crucificado es lo que sana el alma. Tratad de
disuadir al mundano codicioso de su avaricia; unos gramos de oro pesan más que todas las razones.
Ofreced quitar la ira con argumentos a un hombre furioso, que no tiene paciencia para oírlos. Tratad
de detener al libertino, una sonrisa es más fuerte para él, que toda razón. Pero llegad con el evangelio
y exhortadles con la preciosa sangre de Jesucristo, derramada para salvar sus almas del infierno, y
para satisfacer sus pecados y esta es la súplica poderosa que hace confesar a los hombres buenos que
sus corazones ardían por dentro, y a los malos, como Agripa, decir que casi fueron persuadidos a ser
cristianos, Hechos xxvi, 28. —Dios se complace bien con Cristo y con nosotros en Él. Este es el
Mesías que fue prometido, a través del cual todos los que creemos en Él seremos aceptados y
salvados. —La verdad y la realidad del evangelio son también anunciadas por los profetas y
escritores del Antiguo Testamento, que hablaron y escribieron bajo la influencia del Espíritu de
Dios, y conforme a su dirección. ¡Qué firme y segura debe ser nuestra fe, que tiene una palabra tan
firme y segura sobre la cual apoyarse! Cuando la luz de la Escritura el Espíritu Santo de Dios lanza
como dardo a la mente ciega y al entendimiento entenebrecido, es como la aurora que irrumpe,
avanza y se difunde por toda el alma hasta que el día es perfecto. Como la Escritura es la revelación
de la mente y de la voluntad de Dios, todo hombre debe escudriñarla para entender su sentido y
significado. El cristiano sabe que el libro es la palabra de Dios, en el cual saborea la dulzura, y siente
el poder, y ve la gloria verdaderamente divina. Y las profecías ya cumplidas en la persona y
salvación de Cristo, y en los grandes intereses de la iglesia y el mundo, forman una prueba
incuestionable de la verdad del cristianismo. El Espíritu Santo inspiró a hombres santos para hablar y
escribir. Él asistió así y los dirigió para entregar lo que ellos habían recibido de Él, para que ellos
expresaran claramente lo que daban a conocer. Así que las Escrituras son para ser contadas como las
palabras del Espíritu Santo y toda la claridad y simpleza, todo el poder y toda la propiedad de las
palabras y expresiones, vienen de Dios. Mezcle la fe con lo que encuentre en las Escrituras, y estime
y reverencie la Biblia como libro escrito por hombres santos enseñados por el Espíritu Santo.