Vv. 33-36. Sus salidas y entradas dan un ejemplo para empezar y terminar la jornada diaria y el
trabajo de cada día con oración. He aquí la oración de Moisés cuando el arca emprende la marcha:
“Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos”. Hay gente del mundo que es enemiga de
Dios y lo aborrecen; enemigos secretos y declarados; enemigos de sus verdades, de sus leyes, de sus
ordenanzas, de su pueblo. Pero para dispersar y derrotar a los enemigos de Dios sólo se necesita que
Dios se levante. Observad también la oración de Moisés cuando el arca descansaba, que Dios hiciera
descansar a su pueblo. El bienestar y la felicidad del Israel de Dios consiste en la presencia continua
de Dios entre ellos. La seguridad de ellos no radica en su cantidad, sino en el favor de Dios y en su
misericordioso regreso a ellos y en que Él repose en medio de ellos. En esto, ¡dichoso eres Israel!
¿Qué pueblo como tú? Dios irá delante de ellos, para encontrarles lugar de reposo en el camino. Su
promesa es, y las oraciones de ellos son, que Él nunca los dejará ni los abandonará.