Estudio Biblico
De la abundancia del corazón habla la boca. Lo que tenemos guardado en el corazón eso hablaremos. Cuando tratamos de cambiar nuestra forma de hablar es tratar con un problema superficialmente. Tenemos que entender que es un problema del corazón.
También, 1 corintios 15: 33 dice: “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” y Efesios 5: 4 dice “tampoco debe haber entre vosotros palabras indecentes, conversaciones necias, ni chistes groseros, antes den gracias”.
Quita la envidia, el rencor y el dolor de tu corazón y verás que ya no habrá palabras malas en tu boca. El Señor dice “Les quitaré el corazón de piedra y les daré uno de carne”. Somos cristianos verdaderos cuando tenemos un corazón nuevo que se expresa por la boca. Si en tu boca hay palabras hirientes e inadecuadas, es porque en tu corazón hay dolor.
Pídele perdón al Señor por lo inadecuado que has dejado entrar a tu interior y por lo que has hablado. Dios quiere entrar a tu vida y cambiarla. Si le abres el corazón, tus palabras también cambiarán y verás esos buenos días que tu boca proclamará.
3:3 He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.
3:4 Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.
3:5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
3:6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
3:7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana;
3:8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
3:9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
3:10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
3:11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
3:12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.