En el Parque Nacional de las Secuoyas de California hay magníficos árboles de secuoyas que miden más de cien metros de altura y pueden vivir más de dos mil años. Lo que es significativo es que los conos de la secoya están llenos de semillas que están encerradas dentro y requieren fuego, insectos o animales para abrirse. El fuego seca los conos, lo que les permite abrirse y depositar sus semillas en el suelo del bosque. Entonces las semillas pueden germinar y convertirse en aquello para lo que fueron creadas. El fuego es necesario para el nuevo crecimiento.
De manera similar, hay semillas que están encerradas en ti: semillas de favor, semillas de grandeza, semillas de propósito. La única forma en que saldrán es a través del fuego: el negocio se ralentiza, un amigo se va, el informe médico no es bueno. Es fácil desanimarse y diluir sus sueños. Pero Dios no permitirá una dificultad a menos que tenga un propósito para ello. Hay un potencial encerrado en ti que solo saldrá a través de la adversidad. Hay dones y talentos que no descubrirás sin pasar por momentos en los que es incómodo y no comprendes.
David dice: "Dios me ensanchó en mi angustia" (Salmo 4:1). Él no dice: "Dios me engrandeció en mis buenos tiempos". Él dice: "Dios me ensanchó cuando me enfrenté a un gigante, cuando el rey Saúl estaba tratando de matarme, cuando mi propio padre no creía en mí". Fue solo en esos fuegos de adversidad que David descubrió talento, coraje, favor y grandeza que no sabía que tenía.
Usted puede estar en el fuego ahora, pensando: "Dios, ¿qué está pasando en mi vida? Este problema me está haciendo retroceder". No, te está engañando. Lo que no puedes ver es que Dios te está agrandando. Estás a punto de entrar en nuevos niveles de tu destino. Verá un nuevo crecimiento, nuevas oportunidades, nuevos talentos. No podría suceder sin el fuego. Hay favor viniendo en ese fuego, hay promoción en ese fuego, hay libertad en ese fuego. El fuego está abriendo cosas que nunca hubieras visto. No luches contra el fuego; mantente fiel en el fuego. La actitud correcta es: "Dios, no me gusta, pero confío en Ti. Sé que tienes el control. No hubieras permitido esta dificultad a menos que me estuviera mejorando".
Dios no administrará mal tu vida. Él sabe cuánto calor puedes manejar. Él controla el termostato. Si ese fuego te iba a quemar, Él no lo hubiera permitido. Eres muy capaz, eres fuerte en el Señor y estás lleno de poder. Ese fuego te está liberando a nuevos niveles. El fuego es parte del plan de Dios para que puedas convertirte en todo aquello para lo que fuiste creado.