¡Oh hermosa recompensa de la esperanza! ¡Señor mío, concédemela a plenitud! El que espera, se siente un pecador mayor que los demás hombres; y he aquí que la misericordia es preparada para él: él mismo sabe que no tiene merecimientos, pero la misericordia interviene, y provee para él en una escala liberal. ¡Oh Señor, dame esta misericordia puesto que yo espero en Ti!
¡Observa, alma mía, qué escolta personal tienes! Como un príncipe que está rodeado de tropas, así estás tú rodeada de misericordia. Enfrente, y atrás, y en todos los costados, cabalgan estos guardias montados de la gracia. Nosotros habitamos en el centro del sistema de misericordia, pues moramos en Cristo Jesús.
¡Oh alma mía, qué atmósfera respiras! Como el aire que te rodea, así también te rodea la misericordia de tu Señor. Para los perversos hay muchas aflicciones, pero para ti hay tantas misericordias que tus aflicciones no son dignas de mención. David dice: “Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón.” En obediencia a este precepto mi corazón triunfará en Dios, y proclamaré mi alegría. ¡Como Tú me has rodeado de misericordia, así también rodearé yo Tus altares, oh mi Dios, con cánticos de agradecimiento!
Por Charles Spurgeon