Salmo 119.33-40
Una vez que ponemos nuestra fe en Cristo y nos convertimos en hijos de Dios, tenemos la responsabilidad de madurar espiritualmente. Lo cual implica:
•CONOCER A NUESTRO PADRE CELESTIAL. La Biblia nos describe los atributos, valores y pensamientos de Dios. A medida que meditemos en la Palabra y en lo que esta dice acerca de Él, nuestro sentido de conexión con Dios crecerá.
•COMUNICARNOS CON DIOS. Debemos mantenernos en estrecho contacto con Dios por medio de la oración, y resistir la tentación de poner a las personas, el trabajo o los placeres antes que a Él. Recuerde que las relaciones prosperan cuando invertimos en ellas, pero se marchitan cuando las descuidamos.
•ACTUAR CON OBEDIENCIA. Una relación estrecha con Dios nos inspira a vivir conforme a su Palabra. Él nos ha proporcionado instrucciones y explicaciones en cuanto a cómo vivir de la manera que le agrada.
•CRECER EN SEMEJANZA A CRISTO. Al cooperar con la obra transformadora del Espíritu Santo, comenzaremos a pensar y actuar como nuestro Padre celestial.
Dios nos adoptó en su familia y envió a su Espíritu y a su Hijo para que pudiéramos crecer en la fe, amor y servicio. ¿Estamos haciendo nuestra parte para mantener saludable la relación?