“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios” Romanos 15:30
“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” Colosenses 1:9
La oración es el continuo whatsapp del creyente con Dios. Hablar con Dios es un beneficio de los hijos de Dios, una línea abierta que no marca ocupado cuando estamos agradecidos, alegres, confiados, angustiados, enfermos o decaídos. Una comunicación vital por la cual nos conducimos, nos guiamos, nos orientamos, nos levantamos del foso de la angustia, porque su mano está extendida a través de la oración para socorrernos. La oración es la súplica, el ruego del creyente dirigida a quién sólo puede escuchar y suplir su necesidad, el Todopoderoso Dios, quien responde mediante su Hijo Jesucristo, quien es el único intermediario entre Dios y los hombres. Dice Juan 14:13-14: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.”
Para que este ruego, suplica u adoración sea manifiesta, debemos ser guiados por el Espíritu Santo para conducirnos en la presencia del Señor. Debemos rogar y plantear con honestidad y humildad nuestras peticiones, ya sea personales o que involucren a terceros. Me refiero a aquellos hermanos que requieran de esta vital comunicación para que Dios preste oídos y ponga sus ojos en quien necesita de su ayuda benefactora y poderosa. Interceder por otros es sumamente necesario, porque nuestras rogativas se basan en la fe que hemos depositado en Cristo Jesús. Así que confiadamente acudimos al trono de gracia para dejar las peticiones, y que Dios en su voluntad obre en favor de nuestros hermanos.
También por aquellos que no le conocen, por salvación, por sanidad e incluso por los que nos odian. Si usted ha decaído en la comunicación, acuda a la compañía telefónica celestial, ya que Cristo pagó sus cuentas morosas y restablezca la conexión con una correcta comunión. Hable sin costo por largas temporadas con Su proveedor oficial, el Señor Jesucristo, y pídale siempre hacer Su voluntad.