Proverbios 31:26 “Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua.”
¿Te has parado alguna vez frente a una vitrina a mirar un vestido muy costoso, fino y elegante? ¡Yo sí! Y así me sentía algunas veces al leer sobre la mujer virtuosa. Su ejemplo era simplemente inalcanzable. Sin embargo, el Señor me ha mostrado cómo lograr que mis carencias y defectos vayan menguando para poder lucir las vestiduras que Él nos ha dado en Cristo Jesús y que se perciben en nuestros actuar y hablar.
El apóstol Pablo da una directriz muy clara de cómo debe lucir una mujer piadosa (1Tim.2:9-10 Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.).
Pero más que el atavío externo, el llamado es a vestir nuestro interior, a revestir nuestra mente y corazón con las nuevas vestiduras puras y sin manchas en Cristo (Ef. 4:22-24 en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad ; Col. 3:12,14 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. ).
Sin duda lo que abunde dentro saldrá a la luz. Pero a veces no pasa así, ¿por qué? Es posible que estemos luchando con nuestra carne, o que retenemos el conocimiento para vanagloria propia, juzgando a otros y no actuando con humildad. Es prudente que examinemos nuestras vidas a diario, puesto que hay muchas tentaciones que buscan secuestrar nuestra atención y mantener cautivas nuestras mentes. Las redes sociales, las novelas, la mensajería instantánea, la moda, etc.; todo lo que robe nuestro tiempo y atención, todo lo que nos entretenga y distraiga debe ser mirado a la luz de la palabra de Dios y debe ser reemplazado por aquello que le glorifique, pues Dios nos ha llamado a mantenernos firmes en Su llamado y velando hasta el día de Su llegada (Mt. 25:10-13; Lc.21:36; Mr.13:33-37; 1Ped.5:8).
Con esto no digo que no podemos divertirnos, pero el entretenimiento no debe ser una prioridad en la vida de una mujer sabia, puesto que todo lo que hable estará regido por aquello que más ame su corazón. Su placer debe estar en cumplir la voluntad de Dios. La mujer virtuosa no sólo es sabia al hablar, sino que sabe cuándo hacerlo. La palabra oportuna que comparte lleva siempre una enseñanza de bondad y de misericordia para quienes la escuchan. Corrige con amor y exhorta con piedad porque sabe que así lo hace Dios con ella.
Desde hoy dispongamos tiempo cada día para ataviar nuestra mente y nuestro corazón con las vestiduras de Cristo. Nadie que vista de etiqueta hablará como pordiosero. Sin importar dónde estemos, procuremos el ejemplo de aquella mujer porque: “Su corazón está lleno del otro mundo, aun cuando sus manos estén sumamente ocupadas en este mundo.” Matthew Henry
Ileanis Martínez