Proverbios 25:21 “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan. Y si tuviere sed, dale de beber agua”
¡Cuánto necesitamos de la sabiduría que proviene del cielo para conducirnos en cuanto a relacionarnos con otros! Cometemos muchos errores, fallamos a menudo. Tendemos a ser selectivas en cuanto a las personas con quienes establecemos una relación y aún en esas elecciones, también cometemos faltas.
En los versículos a meditar se nos enseña un principio muy importante: El amor puesto en acción hacia los enemigos. Amar ya es un tema complicado, cuánto más lo es hacia quienes nos aborrecen, de quienes hemos recibido mal y no bien. Amada, si miramos el máximo ejemplo a seguir, Cristo mismo, no tenemos excusas. Él es la expresión máxima de amor hacia los enemigos. Tú y yo éramos por naturaleza hijas de la ira y enemigas de Dios por causa de nuestro pecado. Pero Dios demostró su gran amor por nosotras en esto: en que cuando todavía éramos pecadoras, Cristo murió por nosotras (Romanos 5:8). Fuimos redimidas y reconciliadas para ser canales de ese amor hacia otros, incluso hacia tu enemigo.
Esto requiere amar al Señor por sobre todo antes que a nuestro ego. Tener humildad y un espíritu de servicio. Una conducta sabia es amar lo que no es objeto de amor. Salomón lo ejemplifica en estar dispuestas a socorrer las necesidades básicas: hambre y sed. Y quiero ir más allá de lo físico. Pensar en que cuando amamos a los que nos aborrecen, tenemos la oportunidad de sembrar la Palabra. Y no hay mejor consejo que la Palabra de Dios para solucionar todos los problemas que se nos presentan en la vida.
No es algo sencillo, requiere que sacrifique mi orgullo y me extienda hacia lo desagradable. Pero estamos llamadas a ser imitadoras de Cristo y como hijas suyas debemos seguir Sus pisadas. Cuando dependemos de Su Santo Espíritu, todo es posible, no en nuestras fuerzas, sino en las de nuestro Dios. Así habremos de experimentar gracia que sólo Cristo da, a fin de otorgarla a los demás. Si devolvemos a nuestros enemigos bien por mal, los ablandaremos y refinaremos como se refina en el crisol a los metales. El pasaje lo expresa: “amontonaremos ascuas sobre su cabeza.” Cohan dice: “Una acción amistosa de esta clase, tan inesperada y tan inmerecida, le producirá un efecto (sanamente) doloroso y le causará remordimiento por su enemistad.” Ese es el mejor medio de convertir en amigos a los enemigos.
Silvana Elizabeth