Proverbios 23:22 “Oye a tu padre, a aquel que te engendro; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.”
El versículo que vemos hoy me pide dos cosas: oír la voz del padre y no menospreciar a nuestra madre en su vejez. En la Biblia muchas veces el Señor pide que oigamos, que prestemos atención ya que al hacerlo demostramos humildad. No es casualidad que Dios nos haya creado con 2 orejas y con solo una boca, ¿verdad? También somos instruidas en la palabra a no menospreciar a nadie. Todos hemos sido creados a imagen de Dios y restarle valor o considerar inferior a alguien es un pecado muy serio.
Tengo la gran bendición de tener a mis padres vivos y cerca mío. Y aunque mi papa no conoce aún al Señor, ambos han hecho un gran trabajo y han sido un gran regalo del Señor para mi vida. Ellos han hecho, con sus acciones, que sea muy fácil para mí obedecer muchos mandamientos de Dios con respecto a la relación padres e hijos. Pero se, que no todas las personas pueden decir lo mismo. Porque hay pecado en el mundo y muchas veces nuestros progenitores no se comportan como se supone que deberían hacerlo.
Existe mucho abandono y falta de compromiso hacia los hijos en la actualidad; pero eso no me exime de muchos mandamientos que están en la Biblia sobre honrar y cuidar a nuestros padres. Tal vez, seas de esas personas que no han podido conocer a sus padres; ya sea porque no sabes quienes son o por fallecimiento temprano. Pero siempre el Señor pone en nuestro camino personas mayores, tal vez parientes o amistades que pueden cumplir
ese rol y por consiguiente tienen autoridad sobre nosotras.
Y esto habla de la autoridad que Dios delega en las personas, ya que desde niños estamos bajo una autoridad que debemos honrar y respetar, independientemente de cómo se comporten. Como podemos ver en toda la Biblia, el Señor nos ha puesto bajo el cuidado y la autoridad de otras personas. La única posibilidad de no someternos a ellos es si nos piden decir o hacer algo que vaya en contra de lo que Dios ha establecido en su palabra. Por lo tanto el prestar atención y valorar a los padres o ancianos que el Señor a puesto en nuestro camino habla de nuestra obediencia al propio Señor.
De una pecadora perdonada.
Natalia Gómez