Mateo 7: 15-20
Antes de que Jesús empezara a hacer públicamente sanidades y actos milagrosos se mostró como persona, en palabras mas actuales, antes de ser una celebridad, perseguido por los paparazzis de la época, fue el hijo de José el carpintero, sus vecinos lo conocían, tenía una reputación como persona bien definida, la mansedumbre, laboriosidad, integridad, honestidad, humildad, amabilidad , pureza y santidad, le daban su sello personal, cuando empezó a formar su equipo de trabajo con los discípulos los convenció con amor, era amigable, gracioso y respetuoso, buscaba recuperar la dignidad y el valor de cada uno para que tuvieran un sano concepto de sí mismos.
Como cristianos debemos seguir puntualmente estas pisadas del maestro, es bueno tener dones espirituales, por supuesto! Siempre y cuando sean para la edificación del cuerpo de Cristo, es decir para ponerlo al servicio de los demás y no para mi autoglorificación, sanar enfermos entre otros dones son actos sobrenaturales de Dios, entender que soy un simple instrumento que Dios usa para bendecir a alguien con una necesidad en particular, y así como me usa hoy a mi, puede usar a otro, es un paso importante para no caer en el error de sentirme superior a otros. Pero mas que tener dones, debemos esforzarnos por tener fruto, porque los dones ocurren en un momento puntual y podríamos decir que de manera ocasional, pero mi esencia como persona, es una constante, es casi imposible que alguien diga que soy humilde y otra persona diga todo lo contrario, con uno de los dos estoy fingiendo, otro punto importante es que mi mejor fruto debe quedar en casa, esto no quiere decir que con las personas que no viven conmigo voy a tener mal comportamiento, lo que quiero decir es que muchas veces nos comportamos mejor con los desconocidos que con los que conviven en nuestro hogar, y eso no es correcto.
Nuestros familiares deben ser las primeras personas bendecidas con nuestra amabilidad, respeto, amor y consideración, finalmente ellas son las que podrían dar una referencia bien acertada de quienes somos en realidad, te animo a que trabajes con perseverancia en tu relación con Dios, y el fruto que proviene de su Espíritu, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Ser conocidos por nuestros frutos es un estandarte que debe identificarnos, debemos entonces ser intencionales y perseverantes en ello. Dejarnos usar por Dios para operar un don, solo se necesita de nuestra disposición y obediencia para ejercerlo sin importar el “¡ qué dirán! “ pero no depende de mi si se realiza el milagro, el único que tiene el poder y soberanía es el Señor, para producir fruto también se necesita de mi disposición, menguar para que crezca Cristo en mi, pero aquí si depende mucho de mi, las decisiones y pensamientos que tengo deben apuntar a ello todo el tiempo, por amor, a aquel que se entregó así mismo por ti y por mi.
Alcanzada por su gracia
Sharon Sáenz