Comentario de Matthew Henry | Marcos 8:22-33 | 0 | 1166
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Comentario Marcos 8: 22-33. Sanidad de un ciego. - El testimonio de Pedro sobre Cristo. - Marcos 8:22-33

Estudio Biblico

Vv. 22—26. He aquí un ciego llevado a Cristo por sus amigos. De ahí se demuestra la fe de los
que lo trajeron. Si los que están espiritualmente ciegos, no oran por sí mismos, de todos modos sus
amistades y parientes deben orar por ellos, para que quiera Cristo tocarlos. La sanidad fue obrada en
forma paulatina, lo que estaba fuera de lo común en los milagros de nuestro Señor. Cristo demuestra
su método común para sanar por su gracia a los que, por naturaleza están espiritualmente ciegos.
Primero, su conocimiento es confuso, pero como la luz de la aurora, va en aumento hasta que el día
es perfecto y, entonces, ellos ven claramente todas las cosas. Tomar a la ligera los favores de Cristo
es renunciar a ellos; y a quienes lo hacen, les dará a conocer el valor de sus beneficios por medio de
la necesidad.

Vv. 27—33. Estas cosas están escritas para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.
Los milagros de nuestro Señor nos aseguran que no fue vencido, sino que fue vencedor. Ahora, los
discípulos están convencidos que Jesús es el Cristo; están en condiciones de soportar si saben de sus
sufrimientos, los cuales Cristo empieza aquí a dárselos a conocer. —Él ve lo errado en lo que
decimos y hacemos, de lo cual nosotros mismos no tenemos conciencia, y sabe de qué espíritu
somos, aun cuando nosotros no. La sabiduría del hombre es necedad si pretende limitar los consejos
divinos. Pedro no entendía correctamente la naturaleza del reino de Cristo.

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PASAJE BIBLICO

Marcos 8
8:22 Vino luego a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase.

8:23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.

8:24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.

8:25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos.

8:26 Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

8:27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

8:28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.

8:29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.

8:30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno.

8:31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

8:32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.

8:33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

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