Estudio Biblico
Nos encontramos con el momento más sombrío del profeta Jeremías, pues se veía a sí mismo: viejo y quebrantado, muerto y sepultado, torturado, perseguido, perdido, atacado por sus enemigos, amargado, burlado y consecuentemente, deprimido.
Jeremías casi había perdido toda esperanza hasta que algo hizo recordarle que las misericordias del Señor son cada día. La palabra misericordia en el hebreo es hesed y significa “pacto de amor” o “amor fiel”. Esta palabra está vinculada con la compasión de Dios y su fidelidad. Jeremías como nosotros, nos encontramos ante un Dios que brinda segundas oportunidades y aunque todo le parezca perdido todavía permanece la hesed de Dios.
Así como Jeremías, tú también puedes fortalecerte con esta seguridad: Dios es fiel y siempre lo será. Jeremías vivió la disciplina de Dios pero también experimentó su amor inquebrantable.
Sin importar el tiempo difícil que tú puedas estar pasando y la sombría situación que veas, no olvides que la misericordia y la fidelidad de Dios te siguen sosteniendo. Pues el fiel amor del Señor nunca se acaba, sus oportunidades son para cada día, al abrir tus ojos puedes estar seguro que Dios te estará brindando una esperanza.
Algunos dicen que cuando la noche está más oscura es porque pronto va a amanecer; por eso, lo único que tienes que hacer en esos momentos es buscarlo con todo tú corazón, confía en Él y espera en Él porque tú salvación proviene del Señor.
Para reflexionar: hoy el Señor te dice: “no mires tú pasado, ni te enfoques en tu situación actual, mírame a mí; pues yo soy tú salvador.”
3:2 Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz;
3:3 Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.
3:4 Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;
3:5 Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.
3:6 Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.
3:7 Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;
3:8 Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;
3:9 Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.
3:10 Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;
3:11 Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.
3:12 Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta.
3:13 Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.
3:14 Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;
3:15 Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos.
3:16 Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;
3:17 Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien,
3:18 Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.
3:19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;
3:20 Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;
3:21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
3:22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
3:23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
3:24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
3:25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.
3:26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.