Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos.
JUECES 9:56
Abimelec era hijo de la concubina de Gedeón que era de Siquem. Él tenía setenta medio hermanos y peleó con todos ellos. En todos los aspectos de su vida, Abimelec rechazó la verdad y la integridad. Fue a Siquem, que era la ciudad natal de su madre, una ciudad que hasta ese entonces había vivido en paz con Israel. Una vez que estuvo allí, Abimelec conspiró para que lo hicieran rey y luego los persuadió para que eliminaran a sus setenta medio hermanos israelitas. Así que el pueblo se unió a Abimelec cuando regresó a su hogar y mataron a todos menos a uno de sus hermanos. Sin embargo, las acciones de Abimelec no quedaron sin castigo. Dios nos ha revelado que él está enojado con los que abandonan la verdad y la integridad. Fue una mujer desconocida, pero decidida, la que mató a Abimelec. Desde el techo de la torre que Abimelec estaba atacando, esa mujer le tiró una piedra de molino que le cayó en la cabeza a Abimelec (Jueces 9:52-53). La historia de Abimelec muestra lo que sucede cuando el orgullo ha dominado el corazón de una persona.
Con mucha frecuencia, la verdad y la integridad se sacrifican al dios llamado orgullo. La verdad y la integridad deberían haber sido lo que caracterizaba al pueblo de Dios, especialmente a sus líderes, pero ninguna de las dos existía en el corazón de Abimelec. Dios siempre honra a las personas que están de su parte, personas que actúan de acuerdo a la verdad y a la integridad. Él busca, encuentra y usa a hombres y mujeres que están dispuestos a vivir por fe y gracia, mientras deja caer piedras de molino sobre la cabeza de los mentirosos y los deshonestos, ¡haciéndolos añicos!