Qué es fe?: Podemos decir que la fe se compone de tres cosas: conocimiento, creencia y confianza.
Primero, viene el conocimiento ¿Cómo creerán a Aquel de quien no han oído? (Rom. 10:14). Es preciso oír para saber lo que se ha de creer. Escudriña las Escrituras y aprende lo que el Espíritu santo enseña respecto a Cristo Jesús y su salvación. Entérate del evangelio: de su buena nueva, de cómo habla del perdón gratuito, del cambio de corazón, de la adopción en la familia de Dios, y de bendiciones innumerables de otras clases. Entérate especialmente de Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador de los pecadores, unido con nosotros por la naturaleza humana, no obstante de ser Uno con Dios, siendo así idóneo para actuar como Mediador entre Dios y los hombres, capacitado para colocar su mano sobre ambos y ser el eslabón entre el pecador y el juez de toda la tierra. Procura conocer a Cristo Jesús más y más. Procura conocer de un modo especial la doctrina del sacrificio expiatorio de Cristo, ya que el punto principal en la fe salvadora se fija principalmente en este: «Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados» (2Cor. 5:19). Procura saber que Jesús fue hecho por nosotros maldición, como está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero» (Gál. 3:13). Aprópiate bien de la doctrina de la substitución de Cristo; porque en ella está el más bendito consuelo para los hijos de los hombres culpables, puesto que Dios «le hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2Cor. 5:21). La fe comienza por el conocimiento.
De aquí pasa el alma a la creencia de que estas cosas son verdaderas y éste seria el segundo aspecto. El alma cree que Dios existe y que oye el clamor de los corazones sinceros, que el evangelio procede de Dios, que la justificación por la fe es la gran verdad que Dios ha revelado en estos últimos tiempos con más claridad que antes. Luego, el corazón cree que Jesús en realidad de verdad es nuestro Dios y Salvador, el Redentor de los hombres, el Profeta, Sacerdote y Rey de su pueblo. Todo esto lo acepta el alma como verdad cierta y fuera de toda duda. Pido a Dios que llegues a esta fe en seguida.
Afírmate bien en la creencia de que la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado; que su sacrificio expiatorio fue perfecto y plenamente aceptado por Dios en lugar del hombre, ya que el que cree en Jesús, no es condenado. Cree en el testimonio de Dios, como crees en el testimonio de tu propio padre o de algún amigo. «Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios» (1Juan 5:9).
Hasta aquí has ido adelantando en el camino de la fe; solo falta una parte más para completarla, a saber la confianza. Entrégate confiado al Dios de misericordia; pon tu confianza en el evangelio de gracia; abandona tu alma confiadamente al Salvador muerto y resucitado por ti; contempla confiando la limpieza de tus pecados en la sangre expiatoria de Jesús; acepta cual tuya su Justicia Perfecta, y todo estará bien. La confianza es la esencia vital de la fe, sin ella no hay fe salvadora.
Que no es la fe?
La fe no es cosa ciega, puesto que principia por el conocimiento.
No es cosa de conjeturas, por cuanto la fe se funda en hechos ciertos.
No es cosa de sueños, porque la fe encomienda su destino reposadamente a la verdad de la revelación Divina.
La fe es creer que Cristo es lo que se dice ser, que hará lo que ha prometido hacer y esperar que cumpla lo prometido. «Este es mi Hijo amado; a él oíd» (Luc. 9:35) Luego, viene el siguiente paso necesario. Jesús es lo que se dice ser, Jesús hará lo que ha prometido hacer, y por lo tanto debemos cada cual confiar en él, diciendo: «Será para mi, lo que ha dicho ser y lo que ha prometido hacer, y yo me entrego en las manos del que se ha encargado de la salvación para que me salve a mi. Descanso en su promesa confiando en que hará lo que ha dicho.» Tal es la fe salvadora, y quien la posee, tiene vida eterna. Cualquiera que fuesen los peligros y pruebas, tinieblas y temores, debilidades o pecados, el que así cree en Cristo Jesús no es condenado, ni vendrá jamás a condenación. «No temas; cree solamente» Mar. 5:36)
Pero temo que el lector quede contento con el simple conocimiento de lo que sea preciso hacer sin nunca hacerlo. Mejor es la fe más pobre actuando que el mejor conocimiento en las regiones de la fantasía. Lo principal es creer de verdad en Jesús, en este mismo momento. Sin duda, hay muchos en el infierno que comprendieron bien la doctrina de la fe pero que dejaron de creerla. Por otra parte, ni uno de los que confiaron en el Señor Jesús perecieron, aun cuando nunca supieron explicar bien su fe.
Querido lector, recibe al Señor Jesús, cual único Salvador de tu alma, y vivirás eternamente. «El que en él cree tiene vida eterna» (Juan 3:36).