Estudio Biblico
Después de ver a Cristo resucitado, todos se regocijaron, excepto Tomás. Razón por la cual tiene mala fama, pues fue el único discípulo que dijo: “No creeré”; sin embargo, ¿puede imaginarse lo que era ser el único de sus amigos que no estaba seguro? Es posible que Tomás se haya sentido solo por el hecho de dudar, y que haya sentido que estaba decepcionando a los otros discípulos. Incluso podría haberse sentido avergonzado cuando Cristo le pidió que tocara sus heridas (Jn 20.19-29).
Lo que a menudo pasamos por alto, sin embargo, es la disposición de Tomás de ser vulnerable. Es posible que no estuviera orgulloso de dudar, pero en vez de fingir, fue sincero con sus amigos y su Salvador. Por eso, Tomás fue recompensado al final: el Señor Jesús cambió su inseguridad en seguridad.
Puesto que Tomás fue sincero, estaba listo para recibir la gracia de Dios. El mismo principio se aplica a nuestras relaciones: no tenemos que ocultar nuestros defectos, pues la vulnerabilidad invita a la gracia. Y ahí es cuando florecen las amistades.
PIENSE EN ESTO
¿Hay alguien con quien usted pueda ser verdaderamente vulnerable? ¿Qué necesita para arriesgarse?
20:20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
20:24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.
20:25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
20:26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.
20:27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
20:28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
20:29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.