Vv. 1—5. He aquí una parábola o símil tomado de las costumbres del Oriente para el manejo de las
ovejas. Los hombres, como criaturas que dependen de su Creador, son llamados ovejas de su prado.
La Iglesia de Dios en el mundo es como un redil de ovejas, expuesto a los engañadores y los
perseguidores. El gran Pastor de las ovejas conoce a todas las suyas, las cuida por su providencia, las
guía por su Espíritu y su palabra, y va delante de ellas, como los pastores orientales iban delante de
sus ovejas para ponerlas en el camino tras sus pasos. Los ministros deben servir a las ovejas en sus
preocupaciones espirituales. El Espíritu de Cristo les pondrá por delante una puerta abierta. Las
ovejas de Cristo obedecerán a su Pastor y serán cautelosas y tímidas con los extraños que las quieran
sacar de la fe en Él y llevarlas a las fantasías sobre Él.
Vv. 6—9. Muchos que oyen la palabra de Cristo no la entienden porque no quieren, pero
nosotros hallaremos que un pasaje explica a otro al otro, y el Espíritu bendito da a conocer al bendito
Jesús. —Cristo es la Puerta, ¿y qué mayor seguridad tiene la Iglesia de Dios que el Señor Jesús esté
entre ella y todos sus enemigos? Él es una puerta abierta para pasar y comunicar. He aquí
instrucciones claras sobre cómo entrar al redil; debemos entrar por Jesucristo en cuanto es la Puerta.
Por fe en Él como el gran Mediador entre Dios y el hombre. Además, tenemos promesas preciosas
para los que obedecen esta instrucción. Cristo da todo el cuidado a su Iglesia, y a cada creyente, que
un buen pastor da a su rebaño; y Él espera que la Iglesia, y cada creyente, le atienda y se mantenga
en su pastura.