JOHN CURRID
Me encanta visitar viejos campos de batalla. Ya sea el campo de batalla de Filipos, donde las fuerzas de Antonio y Octavio se enfrentaron a las de Bruto y Casio (42 a. C.); la meseta de Masada, donde los fanáticos judíos resistieron durante meses contra la Décima legión romana, o los campos de Gettysburg, donde el ejército Unión —al mando de Meade— derrotó a las fuerzas confederadas de Lee.
Estos campos de batalla recuerdan eventos importantes del pasado y enseñan lecciones valiosas que no deben olvidarse. Como bien dijo George Santayana: «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo».
Isaías 65:20 presenta un importante campo de batalla escatológico. Aunque se ha derramado mucha tinta analizándolo, nos conviene volver a visitar el escenario de la lucha:
Allí no habrá más niño de pecho de pocos días, ni anciano que no cumpla sus días. Porque el joven morirá hijo de cien años. Y el pecador cien años será maldito. (traducción del autor).
No habrá más allí niño que viva pocos días,
Ni anciano que no complete sus días.
Porque el joven morirá a los cien años,
Y el que no alcance los cien años
Será considerado maldito (NBLA).
Este versículo encaja en un pasaje más grande que incluye los versículos 17 al 25, en los que Isaías profetiza la realidad de un cielo nuevo y una tierra nueva. Es un texto escatológico que trata sobre el fin de los días.
Interpretación popular
Una vez que se establece el contexto, el versículo 20 se complica y ha sido objeto de varias interpretaciones. Quizás la interpretación más común es que los versículos del 18 al 25 no pueden referirse a los nuevos cielos y la tierra finales ya que el versículo 20 menciona la muerte y, por supuesto, no hay muerte en el estado final.
Una nota en la New Scofield Reference Bible [Nueva Biblia de referencia Scofield] (1967) llega al corazón de esa perspectiva:
El versículo 17 mira más allá de la era del reino hacia los cielos nuevos y la tierra nueva, pero los versículos 18-25 describen la era del reino misma. La longevidad será restaurada, pero la muerte, el «último enemigo» (1 Co 15:26), no será destruida hasta después de la rebelión de Satanás al final de los mil años (Ap 20:7-14).
En otras palabras, el versículo 17 se refiere al reino final y eterno, pero los versículos 18 al 25 se refieren a un reinado de Cristo de mil años sobre la tierra.
Interpretación problemática
Esta interpretación convencional es problemática en al menos dos niveles.
1) Es contextualmente disruptivo.
No hay sentido de un cambio de tiempo entre los versículos 17 y 18. De hecho, hay un verdadero sentido de continuidad divina entre los dos en términos de tiempo: En el versículo 17, Dios proclama (usando una forma de participio): «Yo creo cielos nuevos y una tierra nueva», y luego en el versículo 18 emplea dos veces el mismo participio animando a Su pueblo a alegrarse por lo que «Yo creo» y, en particular, que «voy crear a Jerusalén».
Además, Isaías 66, el capítulo siguiente, habla claramente del reino final y eterno (p. ej., «los cielos nuevos y la tierra nueva» mencionados en el versículo 22). No hay nada en el texto original que indique que 65:18-25 es un paréntesis o una intercalación o una interpolación.
2) La posición milenarista no toma el texto literalmente.
Es importante definir el término literal en el contexto de la interpretación bíblica: significa que el intérprete determina el significado de un texto según la intención del autor.
Por ejemplo, cuando David dice en el Salmo 22:6a: «yo soy gusano, y no un hombre», es obvio que no tiene la intención de transmitir que su constitución física ha sido alterada. Más bien, David está empleando una metáfora para describir su posición ante sus enemigos, y sus enemigos lo desprecian como si fuera un gusano. Entender el Salmo 22:6a de manera metafórica es entenderlo de manera literal.
Isaías 65:20 también se interpreta mejor de esta manera.
Interpretación adecuada
El punto de la metáfora de Isaías en 65:20 es que no habrá más muertes prematuras en los cielos nuevos y la tierra nueva. En el reino eterno, los niños no morirán en los días de lactancia, ni los hombres en los días de la juventud. Todos tendrán longevidad de días.
En efecto, esos cien años serán considerados mera juventud. En los cielos nuevos y la tierra nueva, la gente ya no será exterminada por la muerte y las injusticias de la vida desaparecerán. El versículo no implica que la muerte estará presente, sino que simplemente subraya que una de las grandes bendiciones del reino eterno será la longevidad.
Isaías expresa esta realidad empleando figuras que conocemos, y su uso de metáforas destaca las diferencias entre esta era y la era venidera de una manera que podemos entender con facilidad.
Otros detalles del texto, incluidos los versículos 18 al 25, indican que no se trata de una esperanza escatológica en un reinado milenial de Cristo, sino del reinado eterno de Cristo. El versículo 19, por ejemplo, declara que «no se oirá más en ella voz de lloro ni voz de clamor»; Apocalipsis 21:4 hace eco de este versículo y lo ve como una marca del reino final (Ap 21:1). Además, en Isaías 65:18 se le ordena al pueblo de Dios diciendo: «gócense y regocíjense para siempre en lo que yo voy a crear». El gozo del creyente no es meramente por un período de mil años, sino para siempre.
Consuelo para los creyentes
El campo de batalla escatológico de Isaías es digno de ser visitado ya que nos recuerda batallas anteriores sobre el mismo territorio. Derek Thomas ofrece un resumen útil:
El pasaje describe un cielo nuevo y una tierra nueva (65:17), llamando a los fieles a regocijarse para siempre (65:18) porque será una condición donde no habrá llanto ni angustia (65:19). No habrá muerte en el cielo (65:20), ni ningún tipo de violencia (65:25).
Hacemos bien en comprender varios puntos de vista para evitar repetir errores de interpretación del pasado. Isaías 65:20 comunica buenas noticias que brindan profundo consuelo a todos los que están en Cristo Jesús. El terrible quebrantamiento de este mundo desaparecerá un día cuando el Señor de la creación haga nuevas todas las cosas.