Dios estuvo ocupado durante seis días creando su nuevo y hermoso mundo. El escenario estaba preparado. El escenario majestuoso del Creador estaba terminado y en su lugar. El sol, la luna y las estrellas iluminaban su planeta perfecto. Todas las criaturas, grandes y pequeñas, disfrutaban de un entorno perfecto. Sin embargo, Dios todavía no había terminado. Por fin presentó sus obras maestras al resto de la naturaleza. Primero, el hombre, Adán. Luego —por último y de forma espectacular— la mujer, Eva.
Diseñada por un Dios perfecto, Eva reflejaba la perfección divina en su femineidad. Creada para una posición de honor, la mujer nació para el trono de gloria más elevado y maravilloso: «la mujer es gloria del varón» (1 Corintios 11:7).
¿Qué puedes hacer para deleitarte en tu femineidad?
• Acéptala. No hay razón para sentirte inferior, de segunda clase o de segunda categoría. La mujer fue la última creación de Dios. Después de presentar a la mujer, Él declaró que su creación «era muy buena». Adán y Eva eran parecidos, aunque diferentes. Él era un hombre y ella, una mujer. Juntos, así como individualmente, reflejaban la imagen y la gloria de Dios.
• Acoge tu condición de mujer. Reconoce tu encanto, tu singularidad, tu belleza como mujer. Deléitate en la artesanía de Dios… en ser una mujer.
• Cultiva tu femineidad. La biblia es un libro que trata entre otros tema sobre las mujeres encantadoras, magníficas, hermosas y valoradas por Dios . Mientras vas leyendo, permite que las verdades de Dios impregnen tu entendimiento. ¡Eres valiosísima para Él!
• Destácate en tu rol como mujer. Como mujer de Dios, hazte el propósito de ser lo mejor de lo mejor. Deléitate en su diseño perfecto y en su voluntad buena, agradable y perfecta para tu vida. Él te creó mujer. Como tal, únete a la posición exaltada de Eva como «la más hermosa de la creación».