Vv. 31—35. Los nombres que Lea da a sus hijos expresaban su respeto y consideración tanto
hacia Dios y hacia su esposo. Rubén, o Mira un hijo, con este pensamiento, Ahora mi marido me
amará; Leví, o unido con la expectativa de que Esta vez mi marido se unirá conmigo. El afecto
mutuo es a la vez el deber y el consuelo de la relación conyugal; y los compañeros de yugo deben
considerar el agradarse uno a otro, 1 Corintios vii, 33, 34. Ella reconoce, agradecida, la bondadosa
providencia de Dios al escucharla. En todo lo que nos sostenga y consuele en las aflicciones o se
ocupe de nuestra liberación de ellas, es Dios quien debe ser reconocido en eso. Llamó Judá a su
cuarto hijo, o alabanza diciendo, Esta vez alabaré a Jehová. De este, según la carne, es que vino
Cristo. Cualquiera sea la razón de nuestro regocijo debe ser el tema de nuestra acción de gracias. Los
favores frescos deben apresurarnos a alabar a Dios por los favores anteriores. Esta vez alabaré a
Jehová más y mejor de lo que lo he hecho. Todas nuestras alabanzas deben centrarse en Cristo, como
objeto de ellas y como Mediador de ellas. Él descendió, según la carne, de aquel cuyo nombre era
“Alabanza”, y Él es nuestra alabanza. ¿Está Cristo formado en mi corazón? Esta vez alabaré a
Jehová.