La Real Academia Española define al machismo como una “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y también como una “forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”. De una manera u otra es un término conocido, una realidad que se ha impuesto a diferentes niveles en muchas sociedades y, lamentablemente, es también como algunas personas ven a Dios y a Su Palabra.
En una era de feminismo radical, la bandera de Dios como un ser machista ha sido enarbolada a tales alturas que se han publicado incluso Biblias con género neutro en los pronombres para evitar supuestas ofensas.
Tenemos que preguntarnos: ¿es esto cierto? ¿Es la Biblia machista?
Tal vez debamos comenzar por dejar algo claro: el machismo como ideología es un resultado del pecado imperante en nuestro mundo. ¿Por qué? Porque promueve, como ya vimos en la definición, una actitud de prepotencia de un sexo sobre el otro. El Dios de la Biblia nunca estará a favor de algo así. ¡Al contrario!
Permíteme contarte que crecí en un país que promueve el feminismo, donde el aborto es legal desde hace décadas y la “liberación de la mujer” fue una de las primeras campañas ideológicas que inundaron las aulas desde el nivel primario. Con eso como trasfondo, es de esperarse que al leer las páginas de la Biblia y encontrar pasajes que hablen de la sujeción de las esposas a sus esposos o que no mencionen a mujeres pastoras de congregaciones, la primera reacción sea pensar: “¡Dios y la Biblia son machistas!”. Sin embargo, cuando llegué a conocer al Dios de la Biblia, no pude evitar ver el engaño de todas mis ideas preconcebidas.
La evidencia del Dios de toda la Biblia
Tal y como sucedió al principio, el enemigo anda rugiendo, buscando devorarnos, y la mentira sigue siendo la misma: dudar de quién es Dios y lo que ha dicho.
El Dios de la Biblia creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza (Gn 1:27), y para Él las actitudes de superioridad no tienen cabida. Eso es lo que enseña Pablo: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús” (Gá 3:8). Ese pasaje no indica que no existan diferencias físicas o emocionales entre el hombre y la mujer o que deban borrarse los límites en cuanto a su roles, sino que en nuestra identidad como hijos de Dios, a través de la fe en Cristo, no existe superioridad ni prevalencia de unos sobre otros.
El Dios de la Biblia manda al hombre a amar a la mujer como Cristo amó a la iglesia. ¿Cómo amó Cristo a la iglesia? ¡Hasta morir por ella! (Ef 5:25). Sería contraproducente pensar que el Dios que da este mandato pueda, al mismo tiempo, tener carácter machista.
El Dios de la Biblia nos manda a amar a nuestro prójimo, es decir, a cualquier persona. El amor es lo opuesto a la prepotencia o el favorecer a un sexo sobre otro, porque el amor no es egoísta ni busca su propio bien, sino el del otro. Dios nos manda a amar así porque así ama Él.
El Dios de la Biblia, manifestado en la persona de Cristo, mostró un trato deferente a la mujer. En la época de Cristo, los hombres ni siquiera se dirigían en público a las mujeres; esto todavía es así en muchas culturas. Sin embargo, el Salvador también redimió esa distorsión de pensamiento. ¿Recuerdas aquel encuentro en un pozo, el de Jesús con la mujer samaritana? (Jn 4:27).
Pero esa no fue la única vez que el Señor modeló esta nueva cultura del Reino. En otra escena, cuando los escribas y fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio, Jesús no solo los confrontó, sino que no se sumó a su diatriba (Jn 8:2-11). Él la perdonó y la dejó ir, y en sus palabras percibimos la misericordia, el trato como a “vaso más frágil” del que luego habla Pedro en una de sus cartas (1 Pe 3:7). ¿Crees realmente que si la Biblia fuera machista estos pasajes estarían allí? ¿Estaría allí la historia de dos mujeres solitarias y desposeídas como Rut y Noemí? ¿Estaría allí la historia de una prostituta rescatada, Rahab?
El Dios de la Biblia envió a su Hijo a morir por hombres y mujeres pecadores, no hizo acepción alguna. Ambos somos herederos de la gracia de Dios (1 P 3:7).
De vuelta al plan de Dios
A la luz de estas verdades, sería un error ver a Dios y a Su Palabra como machistas. Tal vez quienes argumentan que la Biblia es machista, lo hacen pensando en la distinción que se hace entre las responsabilidades y roles del hombre y la mujer. Pero entonces el asunto no está en que la Biblia sea machista, sino en cómo hemos malentendido lo que Dios establece.
El plan de Dios desde el comienzo es que los hombres y las mujeres nos complementemos el uno al otro, con roles diferentes, dentro del diseño divino. Pero como dije al principio, el pecado dio al traste con ese plan original y por eso nos resistimos, por eso nos rebelamos y por eso luchamos unos con otros.
¡Necesitamos a Cristo, quien nos va transformando en su gracia y mediante Su Palabra, para llevarnos de regreso a lo que Dios diseñó! Oremos que el Señor nos dé discernimiento, sabiduría y un deseo inagotable de conocerle más a Él y a Su Palabra. Solo así podremos navegar bien en estos tiempos de tanta confusión, incluso dentro de la iglesia.