Eclesiastés 12:11
El escritor está terminando su discurso, haciendo las conclusiones del libro. Y a lo largo del mismo, él asevera que todo es vanidad, como hemos visto anteriormente. Dios está usando al escritor, al escribir este libro sobre el significado de la vida, y expresa que las palabras son como aguijones. El aguijón era un instrumento usado para guiar al ganado y no descarriarse del camino. Este era una vara que tenía la punta afilada para estorbar a los bueyes y volverlos a enderezar para que siguieran su marcha. Eso hace la palabra sabia o la verdad en nosotras.
Cuando estamos creyendo mentiras como verdades contrarias al evangelio, Su palabra es un aguijón para nosotras. Cuando creemos que estamos solas, que no tenemos a nadie de nuestro lado, que el Señor no nos escucha, cuando preferimos una amistad que nos aconseja falsamente y nos está desviando de los tesoros de Dios y de su santidad, ahí están los aguijones. Su palabra nos endereza. Cuando estamos invirtiendo más en esta tierra y nos estamos olvidando de lo eterno, Su palabra es un aguijón. Cuando estamos educando a nuestros hijos para este mundo dejando a un lado que ellos son una descendencia para Dios, Sus aguijones nos golpean y nos estorban para volvernos al camino. Cuando pensamos que ese hombre no era para nosotras, y que ya no queremos vivir más con él, Sus aguijones son necesarios a nuestra vida. Amiga, los aguijones duelen, desagradan y estorban nuestros planes, pensamientos y decisiones, pero es parte de la misericordia de nuestro buen Dios. ¿Leíste clavos? Eso faltaba después de los aguijones.
Los clavos son para afirmar o pegar algo fuertemente, firmemente. Y es así que Dios desea introducir y adherir Su palabra, Su verdad a nuestras mentes. Quiere que Sus verdades estén tan clavadas a nosotras que también sean nuestras verdades, y que nadie nos las arranque… ¡nada ni nadie! Cuando Sus palabras son esos aguijones y clavos en nosotras vamos comprendiendo el verdadero propósito de Dios para nuestras vidas y más le glorificamos a Él en todo. Finalmente, quiero concluir preguntándote, ¿qué tipo de palabras escuchamos? ¿Ante cuáles palabras se inclinan nuestros oídos? Dios nos haga sabias para escuchar y, por qué no, decir que Dios nos haga sabias al dar un consejo y transmitir una verdad a aquellas mujeres que también lo necesitan.