Vv. 1, 2. Moisés comienza con una apelación solemne al cielo y tierra en cuanto a la verdad e
importancia de lo que iba a decir. Su doctrina es el evangelio, el discurso de Dios, la doctrina de
Cristo; la doctrina de la gracia y misericordia por medio de Él, y de la vida y salvación por Él.
Vv. 3—6. “¡Él es una Roca!”. Esta es la primera vez que se llama así a Dios en la Escritura. La
expresión denota que el poder, la fidelidad y el amor divino, revelados en Cristo y el evangelio,
forman un fundamento que no puede ser cambiado ni movido, sobre el cual podemos edificar
nuestras esperanzas de felicidad. Bajo su protección podemos encontrar refugio de todos nuestros
enemigos y en todos nuestros problemas; como las rocas de aquellos países escudaban contra los
rayos abrasadores del sol, y de las tempestades o eran fortalezas contra el enemigo. —”Su obra es
perfecta”: la de redención y salvación en que se despliega completa la perfección divina en todas sus
partes. Todos los tratos de Dios con sus criaturas están regulados por una sabiduría que no puede
errar y por su perfecta justicia. Ciertamente Él es justo y recto; Él cuida que nadie se pierda por Él.
—Se presenta una gran acusación contra Israel. Aun los hijos de Dios tienen sus máculas mientras
están en este estado imperfecto; pues si decimos que no tenemos pecado, ninguna mancha, nos
engañamos a nosotros mismos. Pero el pecado de Israel no era habitual, notable e impenitente, lo
cual es característico de los hijos de Satanás. —Fueron necios al abandonar sus misericordias a
cambio de las vanidades mentirosas. Todos los pecadores voluntarios, especialmente los pecadores
de Israel, son necios e ingratos.