En 1 Timoteo 6.12, Pablo llama a su discípulo a “[pelear] la buena batalla de la fe”. Al igual que antes, los creyentes hoy tienen un triple frente de batalla contra la carne, el mundo y Satanás. El apóstol puntualizó las acciones de un soldado, como un recordatorio para librar la batalla espiritual diaria. El buen soldado ...
Es fuerte en Cristo. Pablo sabía que el Señor estaba a su lado, fortaleciéndolo en las pruebas (2 Ti 4.17). El Espíritu Santo nos da el valor y las fuerzas para obedecer los mandamientos de Dios, y para confiar en que su poder nos dará la victoria contra cualquier enemigo.
Comparte su conocimiento. Pablo tenía especial interés en que los creyentes compartieran lo que ellos sabían. La iglesia no solamente tiene la verdad del evangelio; tiene también todas las riquezas de la Palabra de Dios. Muchas personas han escuchado por años la riqueza de la enseñanza bíblica, y también han experimentado la presencia del Señor. Guardarse para sí esas enseñanzas, puede dejar a otro soldado sin la armadura o las municiones necesarias.
Está dispuesto a sufrir. Las privaciones son parte del combate y, por tanto, parte de la experiencia cristiana. Los creyentes sufrirán adversidades y serán llamados a hacer sacrificios. No es de extrañar, entonces, que Pablo le recuerde a Timoteo que se mantenga fuerte en el Señor y que prepare a otros (2 Ti 2.1, 2).
El comandante sabio da a sus soldados un grito de guerra que les anima el corazón y fortalece sus pasos. Pablo tenía también el suyo: “Acuérdate de Jesucristo” (2 Ti 2.8). Recuerde que usted sirve a un Señor todopoderoso. Él está a su lado, participa de sus sufrimientos y le sostiene firmemente en sus batallas más grandes.