Vv. 11—18. Sobre la base de la doctrina de la segunda venida de Cristo se nos exhorta a la
pureza y la piedad. Este es el efecto del verdadero conocimiento. Se requiere una santidad muy
exacta y universal, que no se apoye en ninguna baja medida o grado. Los cristianos verdaderos
esperan cielos nuevos y una nueva tierra; libres de la vanidad a la que están sujetas las cosas
presentes, y del pecado con que están contaminadas. Sólo los vestidos con la justicia de Cristo, y
santificados por el Espíritu Santo, serán admitidos para habitar en este santo lugar. No esperes ser
hallado en paz en el día de Dios, si eres perezoso y estás ocioso en este tu día, en el cual debemos
terminar la obra que se nos ha encomendado hacer. Sólo el creyente diligente será cristiano feliz en
el día del Señor. Nuestro Señor vendrá súbitamente, o dentro de muy poco nos llamará a su
presencia; ¿y nos va a hallar ociosos? —Aprendamos a usar correctamente la paciencia de nuestro
Señor que todavía tarda su venida. Hombres soberbios, carnales y corruptos tratan de eliminar
algunas cosas en una aparente concordancia con sus impías doctrinas. Pero hay razón por la cual las
epístolas de San Pablo o alguna otra parte de las Escrituras deban ser dejadas de lado; porque los
hombres, dejados a su propio criterio, pervierten toda dádiva de Dios. Entonces, procuremos tener
preparadas nuestra mente para recibir cosas difíciles de entender, pongamos en práctica las cosas que
son más fáciles de entender. Pero debe haber negación de sí, sospecha de nosotros mismos y
sumisión a la autoridad de Cristo Jesús antes que podamos recibir de todo corazón todas las verdades
del evangelio, por tanto, estamos en gran peligro de rechazar la verdad. El creyente debe desconocer
y aborrecer todas las opiniones y los pensamientos de hombres que no concuerden con la ley de
Dios, ni sean garantizados por ella. —Los que son descarriados por el error, caen de su propia
constancia. Para evitar ser descarriados, debemos tratar de crecer en toda gracia, en fe, en virtud y en
conocimento. Esforzaos por conocer más clara y plenamente a Cristo; conocerle para ser más como
Él y amarle más. Este es el conocimiento de Cristo tras el cual iba el apóstol Pablo, deseando
obtenerlo; y los que saborean este efecto del conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, darán
gracias, luego de recibir tal gracia, y le alabarán y se unirán para darle la gloria ahora, con la plena
seguridad de hacer lo mismo en el más allá, para siempre.