Estudio Biblico
La alabanza es una celebración del Señor, pero cuando sufrimos, celebrar parece fuera de lugar. Sin embargo, la vida de fe es con frecuencia contraria a la vida humana normal. Josafat enfrentó su dificultad celebrando la obra de Dios y su fidelidad en el pasado, recordando sus promesas. Si respondemos de una manera semejante podremos, también, proceder con valentía.
La respuesta natural a los tiempos difíciles es la autocompasión; rememorar los detalles y las repercusiones de nuestro problema solo lo hace parecer más amenazante. Pero la alabanza enfoca nuestra atención en Dios. Si le estamos buscando por su ayuda, entonces no podemos dejar de reconocer su soberanía. Cada prueba que llega a nuestra vida es por la voluntad permisiva de Dios, lo que significa que Él tiene el control completo. Sean cuáles sean sus razones para permitir problemas en nuestra vida, Él es fiel para sacarnos adelante.
Recordar los hechos poderosos del Señor y enfocarnos en su soberanía en la vida cotidiana, nos recuerdan nuestra dependencia de Él (2 Cr 20.7-12). El rey esperaba que Dios interviniera porque el registro histórico demostraba que Él siempre había actuado para salvar a su pueblo. El reconocimiento de Israel de su propia impotencia fue lo que desató todo el poder de Dios. Cuando los creyentes tratamos de resolver nuestros problemas sin el Señor, el trabajo de Dios se ve entorpecido.
Nuestra alabanza está limitada solo por nuestro conocimiento. Cuanto más leamos y estudiemos la Biblia, más entenderemos los muchos atributos y promesas de Dios. Luego, cuando llegue la dificultad, podremos celebrar su fidelidad en el pasado mientras esperamos su ayuda prometida.
20:2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.
20:3 Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.
20:4 Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová: y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.
20:5 Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén , en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo;
20:6 Y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿no está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?
20:7 Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?
20:8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo:
20:9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti, (porque tu nombre está en esta casa,) y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
20:10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese;
20:11 He aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en poseción.
20:12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros: no sabemos que hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
20:13 Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres, y sus hijos.