¿CÓMO SE PUEDE ACLARAR LA FE? - 2 Corintios 5:7
Estudio Biblico
Para aclarar aún más el asunto de la fe daré aquí unos cuantos ejemplos. Aunque solo el Espíritu Santo puede darle vista a los ciegos y a entender las cosas espirituales.
La fe tiene sus semejanzas en el cuerpo humano. Es el ojo que mira las cosas. Por el ojo introducimos en la mente los objetos lejanos. Así, por la fe o confianza podemos hacer que Jesús se nos acerque, y que aunque esté en el lejano cielo, entre en nuestro corazón
La fe es la mano que toma. Cuando la mano toma y se apropia de algo, hace precisamente lo mismo que la fe al apropiarse de Cristo y las bendiciones de la redención. La fe dice: «Jesús es mío.» . No resultarás hurtador, porque tienes permiso Divino: «El que quiere, tome del agua gratuitamente» (Apoc. 22:17)
La fe es la boca que se alimenta de Cristo. Antes de que la comida nos alimente, es preciso tomarlo. En verdad, un corazón hambriento y sediento de Cristo, solo necesita saber que esta invitado para recibirle en seguida. Si te hallas en esta condición, no vaciles en recibirle, puedes estar seguro de que nunca serás reprendido por hacerlo, porque «a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1:12) El no rechaza a nadie de todos cuantos a él acuden, sino les recibe y les autoriza a permanecer como hijos eternamente.
También la fe, se puede ver reflejada en humildes ocupaciones, como el agricultor que siembra y tiene fe que cosechará con alegría, o como el comerciante que confiadamente deja al cuidado del banquero su dinero fruto de su trabajo con la certeza de que estará mejor allí que en su propia casa; o como el marinero que decide dejar de caminar en tierra firme y confiar en el inmenso océano hasta llegar a su destino. Ahora bien, precisamente como en la vida diaria practicamos la confianza, así debemos hacerlo respecto a Dios, según se nos revela en Cristo Jesús
La fe se manifiesta cuando una persona confía en otra con motivo del conocimiento de su superioridad. Esta fe es de más alta categoría: fe que conoce y reconoce la razón de su dependencia actuando conforme a tal conocimiento . Un ciego se entrega a su guía, porque sabe que este tiene vista y confiando en él, anda por donde él le conduzca. Si el pobre nació ciego no tiene idea de lo que es la vista, pero sabe que existe tal cosa, y por lo tanto coloca su mano en la mano del guía dejándose llevar. (2Cor. 5:7). «Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:29). Aquí «Andamos por fe, no por vista» tenemos tan buen ejemplo de la fe como puede haber: sabemos que Jesús posee la virtud, el poder y la bendición que no poseemos nosotros, y, por lo tanto, nos entregamos a él, para que sea para nosotros lo que no podemos ser para nosotros mismos. Nos entregamos a él confiados como el ciego al guía, seguros de que nunca abusará de nuestra confianza, ya que «nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención» (1Cor. 1:30).
Todo niño que frecuenta la escuela ejerce fe al aprender del maestro. Esto es lo que te toca hacer en orden a Cristo, si quieres ser salvo. Es preciso que lo sepas porque él te lo dice; que crees que es así, porque él te lo asegura; que te entregues a él, porque te promete que el resultado será la salvación presente y eterna.
Otra forma de fe superior es la que nace del amor. ¿Por qué confía el niño en su padre? La razón es que el niño ama a su padre. Bienaventurados y dichosos son los que tienen una fe infantil en Cristo, mezclada con profunda afección, porque esta fe y confianza proporciona verdadera tranquilidad y reposo al alma . Esta clase de fe es la que el creyente más dichoso ejerce respecto a Cristo. No hay médico como él; nadie puede amar, salvar y sanar como él.
La fe es la raíz de la obediencia, y esto puede verse con toda claridad en los asuntos de la vida. Confíate a Jesús y dale pruebas de tu confianza haciendo lo que te diga. ¿No querrá el lector poner su confianza en Dios manifestado en Cristo Jesús? En él confío yo contento. Amigo, ven conmigo, y cree en nuestro Padre y nuestro Salvador.
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