“Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Corintios 4:18 (NVI)
Dios te creó para vivir en el Cielo con Él por la eternidad. El Cielo es tu hogar —no la Tierra.
Es por eso por lo que a veces experimentas descontento e insatisfacción en la vida. ¡No eres completamente feliz aquí porque no se supone que lo seas!
Si fueras totalmente feliz en la Tierra, puede que llegues a pensar que podrías vivir sin Dios. Pero Dios te creó para que anhelaras algo mucho mejor —un hogar en el Cielo con Él.
Un pez nunca podría ser feliz viviendo en la tierra, porque fue creado para el agua. Un águila nunca lograría sentirse satisfecha si no le permitieran volar.
Nunca lograrás sentirte completamente satisfecho en la Tierra, porque fuiste creado para algo mucho mejor. Tendrás momentos felices aquí, pero eso es nada comparado con lo que Dios tiene planificado para ti en la eternidad.
Es por esto por lo que algunas de las promesas de Dios parecen que no se cumplen, algunas oraciones parecen no ser contestadas, y algunas circunstancias parecen injustas. Esta vida no es el final de la historia.
Cuando te das cuenta de que la vida en la Tierra es solo temporal, esto altera tus valores radicalmente. Los valores eternos, no temporales, se vuelven en el factor determinante de tus decisiones.
La Biblia nos dice que “no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” 2 Corintios 4:18 (NVI).
¡La próxima ves que te encuentres añorando por algo mejor de lo que esta vida te ofrece, recuerda que eso es solo evidencia de que fuiste creado para algo más!
Reflexiona sobre esto:
¿Cómo la semana de Pascua te recuerda que fuiste creado para algo mejor de lo que esta Tierra ofrece?
¿Cuáles son las cosas que perdurarán en tu vida?
¿Cómo una perspectiva eterna cambia los aspectos cotidianos de tu vida —tus metas, planes, horarios, y relaciones?
¿Has confiado en la promesa de salvación de Dios?
No puedo pensar en una mejor manera de celebrar la Pascua que no sea arrepintiéndote de tus pecados y confiando en Dios para salvación por medio de Jesús. Si estás listo para comprometer tu vida a Jesús, entonces haz esta oración:
“Querido Jesús, yo creo que tú me creaste para vivir contigo por la eternidad. Tú has prometido que, si creo en ti, todo lo que he hecho malo será perdonado, aprenderé el propósito de mi vida, y tú me aceptarás en tu hogar eterno en el Cielo un día.
Yo confieso mi pecado, y creo que tú eres Dios, mi Salvador. Te recibo en mi vida como mi Señor. Hoy, estoy entregando cada parte de mi vida a ti. Yo quiero seguirte y hacer lo que me pides que haga.
Jesús, estoy agradecido por tu amor y por tu sacrificio que ha hecho posible que yo me reúna contigo en el Cielo. Yo sé que no lo merezco. Y te agradezco que no tengo que ganarlo o trabajar por mi salvación, porque sé que eso es imposible. Quiero usar el resto de mi vida para servirte en lugar de servirme a mí mismo. Yo humildemente comprometo mi vida a ti, y te pido que me salves y me aceptes en tu familia. En el nombre de Jesús he orado. Amén”.