Estudio Biblico
Cuentan la historia de un hombre que tenía una casa y la había vendido a una familia. Este hombre les dijo que toda la casa era de ellos pero que por favor le dejaran una pequeña y sencilla puntilla a su propiedad. Y esta familia al ver que era algo tan insignificante no dudaron en decirle que sí.
Este hombre tomó la costumbre de venir todos los días a ver como estaba su puntilla, un día venia, al otro día colocaba su sombrero, al siguiente día venia y colocaba su gabardina, así lo hacía por mucho tiempo hasta llegar al punto de fastidiar a esta familia, ya no sabían qué hacer con este hombre y todo comenzó por un derecho legal que esta familia le había dado.
Un derecho legal, es algo que le corresponde a una persona por ley y no se puede cambiar bajo ninguna circunstancia. El pasaje leído el Apóstol Pablo nos exhorta diciendo que Satanás, quien es nuestro enemigo espiritual, se puede aprovechar de nosotros y que por lo tanto, no podemos ignorar sus perversos planes.
Si Dios planea bendecirte, ¿Qué crees que planeará Satanás? Jesús dice que el Ladrón viene a: matar, robar y a destruir. Juan 10: 10. Si éstos son sus planes debemos estar alertas ante sus asechanzas.
Quiero decirles, que Satanás jamás podrá influenciarte a menos que tengas alguna puerta abierta en tú vida producto de algún pecado, en este caso por la falta de perdón. El pecado es el derecho legal que le das al enemigo para que como el hombre de nuestra historia entre libremente a tú casa.
Para reflexionar: decide hoy cerrarle las puertas de tú vida a Satanás y ábrele las puertas de tú corazón a Jesús. Te aseguro que a cambio obtendrás vida y vida en abundancia. ¿Qué pecados hay en tú vida que le estén dando un derecho legal a Satanás?
2:2 Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé?
2:3 Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros.
2:4 Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.
2:5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.
2:6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;
2:7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza.
2:8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él.
2:9 Porque también para este fin os escribí, para tener la prueba de si vosotros sois obedientes en todo.
2:10 Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo,
2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.